lunes, 8 de julio de 2013

Tío Sam y su pandilla: la no tan decadente metrópoli estadunidense

En otras oportunidades se ha señalado la definitiva decrepitud de Estados Unidos: de su rudimentaria cultura, de su arcoíris de metarrelatos fundacionales; pero especialmente de su debilitado comando geoeconómico, geopolítico, etc. Pero esta vez nos ocupa la iniciativa opuesta: a saber, señalar los resabios aun determinantes de aquel poder otrora monopólico, omnímodo e incontestado (que no pocos ideólogos mexicanos melancólicamente evocan, cual conservadores francófilos en tiempos de la Reforma). La negativa que prescribieron Francia, Portugal e Italia al avión presidencial de Evo Morales para el uso de su espacio aéreo –impidiendo el trayecto dispuesto en la agenda del mandatario boliviano–, por el rumor de que el ex agente de la CIA-NSA Edward Snowden (catalogado como enemigo público #1de Estados Unidos) venía a bordo de la aeronave; la recién delatada –aunque largamente conocida– pantagruélica red de espionaje planetario, meticulosamente urdida desde la discrecionalidad que naturalmente dispone cualquier súperpoder libre de contrapoderes efectivos; la facultad política para establecer “unilateralmente” las condiciones de la “bilateralidad”, por un lado, sellando fronteras con franco aderezamiento militar, y por otro, violando flagrantemente la soberanía de otros pueblos. Todas las mociones referidas conducen a una conclusión categórica: los fétidos efluvios que emanan de la desguarnecida metrópoli estadunidense no anuncian su muerte, sino tan sólo su reconfiguración como potencia cada vez más execrable en la multipolaridad venidera. 


El cobarde: ¡Lotería! 

Edward Snowden es un fugitivo, una suerte de rebelde involuntario con causa. Estados Unidos le endilga la etiqueta de traidor. Su crimen: revelar el programa secreto de vigilancia electrónica (Prisma) que tan reservadamente tutela su país. Tras la desquiciada expedición que puso en marcha Estados Unidos para dar con su paradero y procesarle legalmente como terrorista-criminal-enemigo, el informante ha extendido solicitudes de asilo en múltiples países. Pero Barack Obama, el acreditadísimo premio nobel de la Paz, advirtió al mundo que la concesión de asilo a Snowden acarrearía costos políticos mayúsculos. De izquierdas y de derechas, de todos los colores e idearios conocidos y por conocer, los distintos gobiernos interpelados (más de una docena) han denegado públicamente la solicitud de asilo a Snowden. Incluso en los países donde la arenga nacionalista repudia expresamente la política exterior de Estados Unidos, la advertencia de Obama parece haberles sustraído su presunta autodeterminación o voluntad. Triste trecho entre el discurso y el hecho. Y el mancillado gigante espeta: ¡No que no tronaban, pistolitas! 

Ésta es la lista de países que han negado u omitido occisamente la petición de asilo: India, Finlandia, Alemania, España, Polonia, Austria, Islandia, Irlanda, Noruega, Suiza, Francia, Italia, Holanda, Rusia (donde se encuentra asilado irregularmente), Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Venezuela y China. 

Se sabe que a raíz de esta negativa casi unánime, la lotería mexicana ha añadido una nueva figura a la baraja original. A un costado de “El valiente” se yergue la imagen de un lánguido tullido aseando sus excrecencias: “El cobarde”. ¡Lotería! 


La migratoria reforma 

…Y la cacareada reforma nomás no llega. El gobierno de Estados Unidos sigue pateando la lata. No tiene prisa. Le preocupa más la persecución de sus “hijos desobedientes”, y la feliz estancia en su terruño de execrables figurines como el terrorista cubano Luis Posada Carriles o el impresentable ex presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada (o el eunuco/criminal de guerra Felipe Calderón). Aunque la reforma cuasi-seudo-migratoria ya fue aprobada por el Senado, aún falta el visto bueno de la Cámara de Representantes. Allí se avizora que sufrirá un atorón indefinido. Y todavía concediendo que procediera la (contra)reforma, es altamente improbable que en la aplicación alcance los resultados deseables, al menos para la comunidad hispana o para los grupos u organizaciones sociales promotores de la iniciativa. En Estados Unidos, tierra de enredos ideológicos, las autoridades entienden por “reforma migratoria” la erección de muros y militarización de la frontera. Esto es, la contención de la migración. Si bien el proyecto de ley contempla el procesamiento de regularización del estatus de residencia de unos 11 millones de inmigrantes indocumentados, la arista nodal de la enmienda refiere al “fortalecimiento” de la “seguridad fronteriza”, entre cuyas humanitarias disposiciones destacan las siguientes: construcción de otros mil 126 km de muro en la frontera con México; dotación de 20 mil agentes más para la patrulla fronteriza; e incorporación de drones (aviones a control remoto) para la tarea de vigilancia transfronteriza (sic). 

En suma, está claro que la reforma migratoria integral no prospera. Ni prosperará. Más bien, la reforma emigra hacia otro terreno: no el de la regularización de la fuerza de trabajo, sino el de la seguritización/militarización de la frontera. 

Glosa marginal: ¿Y México? En México seguimos abordando equivocadamente el problema. Líderes de opinión mexicanos han manifestado su repudio al proyecto de ley migratorio: “Es un vil escupitajo racista… simplemente no responde a las condiciones planteadas por la comunidad”. Pero, ¿por qué nunca nadie señala el problema originario? México arroja más personas al exilio forzado que casi cualquier otro país. Preocupa el “vil escupitajo racista”. Pero preocupa más el “vil escupitajo en casita”. 


Tío Sam is watching you
 
Víctor Toledo escribe: “Las nuevas tecnologías de la información y la telecomunicación permiten ya no sólo transmitir el malestar, sino organizar expresiones masivas por canales no controlados ni por el poder político (gobiernos y partidos) ni por el poder económico (empresas y corporaciones)”. Parece que nuestro colega lleva algunos meses desconectado de la esfera de información. En fin, sólo se desea referir este desliz como preámbulo antitético al pronóstico, acaso más verosímil, del periodista Julian Assange, concerniente al rumbo de las tecnologías telecomunicacionales. Assange sentencia: “el avance de la tecnología de la información epitomizado por Google anuncia la muerte de la privacidad para la mayoría de la gente y cambia al mundo hacia el autoritarismo” (ver http://lavoznet.blogspot.mx/2013/06/la-profecia-de-1984-o-la-ciberpolicia.html).

Y adivínese que Estado comandará el nuevo orden autoritario con pretensiones totalizadoras. ¿Acaso la no tan decadente metrópoli estadunidense? ¡Loteria! 

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