lunes, 29 de agosto de 2011

Delincuencia

En el marco de la parafernalia mediática –visiblemente errática– que siguió a los hechos ocurridos en las inmediaciones del estadio Corona, en la ciudad de Torreón, la alta jerarquía oficial (marcadamente enana en estatura e ideas) aprovechó la ocasión para retomar, con su limitado y redundante léxico, el tenor de sus sordos fundamentos: “Los criminales son los enemigos del país”.

En 1971, el presidente en turno de Estados Unidos, Richard Nixon, instrumentó la más costosa –humana y materialmente– de las guerras emprendidas por la decrepita potencia, la “guerra antinarco”. En un discurso dirigido a la ciudadanía, Nixon advirtió: “[La delincuencia organizada] es el enemigo número uno de Estados Unidos”.

En efecto, como se puede observar, este discurso, bien conocido, carece, en contenido y forma, de elementos novedosos. Es común observar en la historia de los Estados modernos, especialmente en periodos de convulsión social, la aparición de discursos, pobres e instrumentales, que atribuyen la responsabilidad del errático devenir de una comunidad a una fracción social localizada, a modo de chivo expiatorio, con el objeto de administrar más eficazmente una ilegalidad –corrupción– generalizada. Es decir, las prácticas delictivas son extensivas a los múltiples grupos y estratos, incluidos dirigentes –acaso principalmente. Pero estos segmentos sociales (particularmente autoridades), se valen de la fabricación de una criminalidad localizada, real y/o ficticia, para evitar los costos políticos de su inexorable contubernio. (Está ampliamente documentado que el grueso de las rentas e ingresos de un Estado y/o una empresa multinacional proviene de prácticas extra-legales. Y, no obstante, la ley solo persigue a infractores menores).

En Estados Unidos y en México, el creciente impulso de los gobiernos a bandas criminales (Al Qaeda, Cártel de Sinaloa), mediante financiamiento y soporte político, ha sido una práctica franca y abierta, cuyos móviles subyacentes no escapan a ninguna inteligencia mínimamente funcional. La delincuencia es un instrumento, antes fomentado que perseguido; la delincuencia ‘organizada’ es la cría perfeccionada y ampliada de este instrumento. Todos sabemos que el terror, como fenómeno inducido, es la estrategia más eficaz de control social. Desde la era profiriana, ¿había tenido México una sociedad tan dócil políticamente?

Nadie puede objetar que en México el silencio cómplice domina el entorno nacional, como ocurrió durante las dictaduras militares en Europa y Suramérica: el temor a alzar la voz es más hondo que nunca. Todo cuanto expresamos, privada o públicamente, puede ser usado en nuestra contra, no pocas veces con consecuencias fatales. Esto explica que nuestro léxico corriente esté dominado por códigos y expresiones camufladas. Y en lo que respecta a la prensa, tal vez como nunca antes, la autocensura es el criterio predominante.

Cada vez adquiere más validez la siguiente observación de Michel Foucault (sociólogo francés): “La delincuencia, con los agentes ocultos que procura, pero también con el rastrillado generalizado que autoriza, constituye un medio de vigilancia perpetua sobre la población, un aparato que permite controlar, a través de los propios delincuentes, todo el campo social”.

Parece generosamente exacta y fidedigna –en relación con el caso mexicano– esta apreciación. Así, mientras las estrategias de “combate” a la criminalidad se concentran en la persecución de grupos vulnerables (consumidores de la droga, pequeños narcomenudistas, disidentes políticos que operan en la clandestinidad), el gran negocio de la droga, con su abultada cuota de ilegalismo y criminalidad inherente, conserva su prolífico curso.

jueves, 25 de agosto de 2011

El pulpo camionero y el movimiento estudiantil en Xalapa

Las recientes manifestaciones de los estudiantes de la Universidad Veracruzana exhiben una vez más el enorme poder e impunidad de la que goza el pulpo camionero en la ciudad de Xalapa y en todo el estado. El gobierno del estado y en particular la Dirección General de Tránsito y Transporte, dirigida por Carlos Demuner Pitol, se han encargado de que las demandas estudiantiles sean ignoradas, a pesar de haberse celebrado una reunión con los representantes de la asamblea estudiantil el 17 de agosto pasado.

Y digo ignoradas pues a pesar de que el señor Demuner recibió la carta donde los estudiantes le recuerdan que “La materia de Tránsito y Transporte es de orden público, observancia general e interés social” según el acuerdo publicado en la Gaceta Oficial del estado de Veracruz el 22 de julio, y donde manifiestan además una serie de demandas, las tarifas se mantienen y la impunidad del sector para operar de manera irregular también.

En primer lugar las autoridades del ramo no consideran factible dar marcha atrás al aumento de un 25% del pasaje para los estudiantes, lo cual era de esperarse. La lógica de la ganancia está por encima de todo. Pero luego, al responder a la demanda de mejorar el funcionamiento mecánico de las unidades de transporte, las autoridades se comprometen que en próxima la revista vehicular las unidades serán evaluadas con el objetivo de que cumplan con la normatividad vigente. El prometer no empobrece...

Asimismo, ante la exigencia de los estudiantes de crear un órgano regulador para la atención al usuario del transporte las autoridades se comprometieron a mandar imprimir una calcomanía que contenga el número económico de la unidad (de otro modo sería imposible organizar las quejas), el modelo, la tarifa y un número telefónico para registrar las quejas de los usuarios. Veremos dijo el ciego.

Otra demanda -que expresa el compromiso social de los estudiantes- es que los choferes gocen de mejores condiciones laborales, a lo que las autoridades respondieron lavándose las manos argumentando que esas son cuestiones que sólo atañen a los trabajadores y los dueños de los camiones. O sea, que a pesar de gozar de una concesión pública para un servicio de interés social, el pulpo camionero goza del privilegio de decidir si los choferes están capacitados, en buen estado de salud y si reciben un salario apropiado a su responsabilidad -transportan personas, no cosas.

Por último, los estudiantes exigen un alto a las tácticas de hostigamiento contra los participantes de la Asamblea Estudiantil Xalapeña a lo que las autoridades responden que son ellos los que han estado buscando un acercamiento con los estudiantes para atender sus demandas, negando el hecho de que si los recibieron fue gracias a las manifestaciones. Mas aún, el director de Política Regional del Estado, Jorge Callejas Hernández afirmó que no existe ninguna denuncia de hechos contra algún miembro de la asamblea y que en el caso de que la hubiese, se compromete a ser el enlace entre los estudiantes y la Procuraduría General del Estado. Parece que tendrá ponerse a trabajar pues existen 16 averiguaciones previas contra estudiantes por las manifestaciones recientes.

Al viejo estilo, el pulpo camionero echa mano de sus recursos para poner entre la espada y la pared a los estudiantes, enviando el mensaje típico en estos casos: o le bajan al tono de sus manifestaciones o enfrentan procesos judiciales. Vaya manera de pasar a la ofensiva, acabar con el problema y de paso seguir haciendo lo que quieran. Cualquier usuario sabe que todas las unidades aplican el aumento y lo seguirán aplicando, a pesar de que buena parte son de modelos anteriores al 2003. Y ¿que están haciendo las autoridades al respecto? Nada de nada. ¿No será un típico caso de conflicto de intereses?

lunes, 22 de agosto de 2011

México: vive lo tuyo

Cuando la elite empresarial –particularmente la que invierte sus capitales en la industria turística y de entretenimiento– y sus delegados “públicos” (nótese la contradicción) exhortan insistentemente a los turistas nacionales y extranjeros a visitar los diversos sitios de atracción e interés que ofrece el país, se ven forzados a presentar, con el uso de imágenes y slogans manipulados, una realidad que carece de verosimilitud. Esto, con el afán de ofertar, cual mercancía fetichizada, destinos nacionales que, no obstante su pletórico patrimonio, se encuentran en franca convulsión bélica, y cuya funesta actualidad está más próxima al terror que a la atracción.

Cabe apuntar que en Estados Unidos comienza a circular en televisión un video donde Felipe Calderón, en compañía de un dócil funcionario norteamericano, realiza un recorrido por distintos puntos de interés turístico en Michoacán, concluyendo la feliz excursión con una visita al cálido hogar de los padres del “hijo obediente”. El objeto del video promocional es claro: convencer a los estadounidenses de que México, “pese al tema del combate al narcotráfico”, es un destino propicio, atractivo y deseable para el turista. El material audiovisual aludido, deja entrever dos puntos, a mi juicio, claves para entender la agenda de la clase política mexicana, a saber: uno, que su preocupación medular gira en torno al rendimiento de cuentas con Estados Unidos, esto es, que todo cuanto se hace y dice en México se explica en función del beneplácito del vecino, y dos –que obligadamente nos remite al punto uno–, que los mexicanos somos carne de cañón, “daños colaterales” o “shots de tequila” a lo mucho, en el abanico de propósitos de la clase política nacional; que no importa cuán jodidas sean las condiciones de vida de la población mientras el interés de la nomenclatura gubernativa –que rinde pleitesía al vecino del norte en toda oportunidad– se cumpla y efectué a raja tabla; que es menester preservar el curso lucrativo e ininterrumpido de los negocios aunque esto implique negar la existencia de un drama inenarrable, donde la muerte es el protagonista de la vida nacional.

(Nota marginal: En cuestiones como la anterior se expresa, en su cabal y legítima dimensión, la noción de representación. ¿A quién representa la clase política mexicana, sin distingo de colores y/o idearios?)

Cabe observar que esta campaña de aliento a la recuperación de la actividad turística también tiene su contraparte nacional. Cada que nos aproximamos a un periodo vacacional, los anuncios comerciales se empeñan en persuadir a los mexicanos a que viajen y disfruten de las riquezas nacionales, omitiendo incansablemente las amenazas latentes que presentan las carreteras y autopistas del país. El grueso de los secuestros masivos, a cargo de cárteles y aliados militares, han ocurrido justamente en los tramos carreteros neurálgicos, cuyas innumerables víctimas, por cierto, yacen hoy bajo tierra.

“México: vive lo tuyo”, es la principal frase publicitaria dirigida al auditorio local. Si se observa desde un ángulo franco se antoja un tanto cuanto perverso el slogan.

Marcando una distancia sana, a nuestro entender justa, con la visión empresarial y oficialista, habrá que decir que la percepción social del México actual es generosamente disímil. Que al pensar México, acuden a la mente impresiones e imágenes donde la “tierra”, la tierra de uno, ha devenido un paraíso de la criminalidad, un teatro de guerra, un rastro ya no de ganado porcino, sino de humanos, donde la inseguridad deja una estela atroz de cadáveres, mientras los entusiastas responsables de la masacre siguen ocupados con la promoción mercantil del país y los asuntos –bandidaje– de Estado.

jueves, 18 de agosto de 2011

El ludismo en el siglo XXI. (Segunda parte)

En la entrega anterior subrayé las relaciones entre el ludismo en Inglaterra y las acciones de los Individuos Tendiente a lo Salvaje (ITS), que atentaron contra la vida de un investigador del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus estado de México. Comentaba que coinciden en señalar a la tecnología como responsable del deterioro de la calidad de vida de la humanidad puesto que los avances de la ciencia , en esta caso de la nanotecnología, amenazan con aumentar el sometimiento de la mayor parte de la especie humana a los dictados de los poderosos.

Habría que agregar que ambos grupos, los obreros ingleses y los ITS, utilizan la ideología anarquista para articular sus acciones aunque los luditas destruían telares en tanto que los ITS atentan contra la vida de los científicos. Resulta evidente que ambos procuran sacudir la conciencia social para obligar a la ciudadanía a actuar para detener la deshumanización rampante, producto de la tecnología, aunque la radicalización es innegable.

A pesar de lo anterior, los ITS no se alejan mucho de la ilusión de los luditas que se podría resumir en la conocida frase: muerto el perro se acabó la rabia. Para los dueños de las fábricas de ropa en la Inglaterra del siglo XIX la destrucción de telares no representaba el fin de su negocio ni mucho menos mientras. Lo mismo se puede decir del atentado contra el investigador el Tec de Monterrey pues aun en el terrible caso de que hubiese muerto, el hecho pasa por alto que el desarrollo tecnológico y la deshumanización que enfrentamos no se va a acabar por el simple hecho de desaparecer físicamente a los científicos.

Y es que estos últimos reciben enormes recursos de las grandes compañías internacionales, enfocadas a invertir en desarrollo tecnológico para aumentar sus ganancias. Son ellas las verdaderas propulsoras de la nanotecnología mientras que los científicos viven de los recursos que ésas empresas les proporcionan. Los científicos no se mandan solos; al contrario sólo se dedican a desarrollar tecnologías previamente aprobadas por los dueños del dinero. Así que al igual que los dueños de las fábricas de ropa que sólo tenían que sustituir los telares destruidos con otros nuevos, las corporaciones internacionales que están invirtiendo en el desarrollo tecnológico no tendrían muchos problemas para encontrar otro científico dispuesto a seguir trabajando para ellos.

Esta es en mi opinión lo que hace posible relacionar a los luditas británicos con los ITS: su visión limitada, su ignorancia del problema en el contexto mundial, a pesar de sus buenas intenciones. Ahora bien, esto no quiere decir que estén completamente equivocados en el reconocimiento del impacto de la tecnología en la vida cotidiana de millones de personas. A su manera ponen el dedo en la llaga al reconocer que el desarrollo tecnológico no es la panacea para la creación de un mundo mejor.

Para nadie es un secreto que la intención de las inversiones dedicadas para desarrollar de la tecnología es simplemente la de ganar dinero, objetivo que casi siempre va en contra de la dignidad humana y de la realización de una sociedad más justa. Tal vez habría que criticar las acciones que atentan contra la vida de otros, en este caso del ITS en contra del investigador, porque si de lo que se trata es de defender la vida humana resulta claramente contradictorio utilizar el asesinato como acción ejemplar para defenderla

En todo caso, la desesperación parece ser el caldo de cultivo sobre el que los ITS definen sus formas de acción. En un mundo en el que los seres humanos perdemos cada vez más el control sobre nuestra existencia -al mismo tiempo que otros, los menos, tiene cada vez más poder- está provocando acciones desesperadas que en lugar de contribuir a cambiar las tendencias simplemente abonan a la espiral de violencia que cancela de golpe la posibilidad de vivir con dignidad. Y ¿no es ésa acaso la aspiración central de los luditas de ayer y de hoy?

martes, 16 de agosto de 2011

"Se vienen años de incertidumbre y caos mundial"


Entrevista con Immanuel Wallerstein, académico e investigador en la Universidad de Yale
Sally Burch

El destacado académico de las ciencias sociales, Immanuel Wallerstein, es uno de los más connotados exponentes del pensamiento crítico contemporáneo, y durante su reciente visita a Ecuador ALAI conversó con él sobre la actual crisis de deuda que golpea duramente a Estados Unidos y sus consecuencias para los países emergentes y América Latina.

El investigador principal de la Universidad de Yale considera que el dólar ha entrado en un proceso grave e irreversible de pérdida de valor como moneda de reserva mundial, subrayando que era “el último poder serio que mantenía Estados Unidos”.

Wallerstein piensa que las diferentes medidas de emergencia que se están implementando en su país simplemente están retrasando la bancarrota mundial. “Los daños son hechos concretos, la situación de los Estados Unidos es grave y no es recuperable”, recalca.

Estima que el desenlace ocurrirá dentro de dos o tres años, con resultados caóticos para el sistema mundial porque “no habrá una moneda de reserva internacional” y tampoco existen condiciones para que otra moneda pueda ocupar ese rol. Entonces con el fin del dólar como reserva mundial “van a existir cinco, seis o siete monedas importantes, una situación caótica porque habrá fluctuaciones enormes continuas”.

“Ni los gobiernos ni las firmas transnacionales, ni los mega-bancos, ni los individuos sabrán qué hacer. Una incertidumbre enorme paralizará el mundo, especialmente a los inversionistas”, advierte el académico estadounidense.

Mientras esto ocurre en un nivel macro de la economía estadounidense, paralelamente también en un plano más local se vienen produciendo serios problemas económicos. “Comunidades urbanas pequeñas están entrando a la bancarrota y por ejemplo no pueden pagar las jubilaciones”, indica el científico social.

El investigador considera que en su país la clase media es la más afectada porque de un día a otro las familias pierden posición y los trabajadores que perdieron su empleo no pueden hallar otro puesto, especialmente las personas entre 40 y 60 años, llegando incluso a perder sus casas. Es una situación que actualmente no tiene solución y no se observa posibilidad de encontrar una válvula de escape.

Además, Wallerstein señala que “la situación en Estados Unidos va a empeorar porque se va a eliminar la posibilidad que el gobierno sostenga gastos necesarios en este momento, creándose una situación peor que la actual. La fantasía del Tea Party está llevando a Estados Unidos y por consecuencia a todo el mundo en dirección de un crac”.

Teniendo en cuenta estas consideraciones el pronóstico del teórico estadounidense para los próximos años es bastante pesimista. “Yo veo guerras civiles en múltiples países del norte, sobre todo en Estados Unidos donde la situación es mucho peor que en Europa occidental, aunque allá también hay posibilidades de guerra porque hay un límite hasta el cual la gente ordinaria acepta la degradación de sus posibilidades”.

China y países emergentes

Ante la crisis de Estados Unidos y Europa los países emergentes por el momento parecen vivir bien, sin embargo, desde el punto de vista de Wallerstein, esconden una falsa realidad porque todos estamos en una misma canasta.

Teniendo en cuenta que China es el principal tenedor de bonos estadounidenses, ese país afronta una disyuntiva muy delicada. Wallerstein considera que si por un lado “deja de comprar bonos de Estados Unidos va a perder la oportunidad de colocar productos chinos en ese mercado, un problema muy serio para la China. Al mismo tiempo, cuando el dólar pierda su posición relativa a las otras monedas sus bonos no van a valer mucho”.

Entonces, China se está arriesgando a perder enormemente tanto si se retira o si continúa en el mercado de bonos estadounidenses. Frente a esta situación considera que “lo más probable es que la China se vaya retirando poco a poco”. Justamente el problema está en determinar cuándo es el momento perfecto para detener las inversiones, lo cual es imposible de señalar porque si lo supiéramos seríamos todos ricos, agrega el investigador.

Además de este serio problema que afronta China, explica que el país asiático atraviesa por una situación muy frágil desde el punto de vista de su economía interna, “porque los bancos chinos están en la misma situación que los bancos estadounidenses hace dos o tres años”. Asimismo, la inflación limita posibilidades a China y a otros países emergentes como, por ejemplo, a Brasil.
En este contexto considera que los países emergentes, y en el caso de Suramérica la Unasur, deberán hallar los mecanismos de un “proteccionismo a corto plazo a fin de minimizar los daños que serán para todo el mundo. No habrá países que escaparán de los daños pero serán más grandes para unos que para otros”.

Preguntado sobre la construcción de una nueva arquitectura financiera regional, con iniciativas como el Banco del Sur o de una moneda regional como el Sucre, el académico valoró positivamente esas posibilidades para los pueblos de América del Sur. “La creación eventual de una moneda verdadera común será un elemento de fuerza económica en esta situación”. En ese sentido citó como ejemplo que a pesar de las dificultades en Europa con el euro, la decisión de salvaguardar la moneda común “va a permitirles una posición política importante”.

Finalmente, como un mensaje para América Latina invitó a continuar con la reflexión sobre la necesidad de garantizar alimentos suficientes para su pueblo, agua para su pueblo, energía para su pueblo, como cuestiones mínimas y esenciales que deben hacer todos los gobiernos del Sur.

http://alainet.org/active/48721

viernes, 12 de agosto de 2011

Movimiento por la Paz

Javier Sicilia parece darse cuenta finalmente de lo que muchos advertíamos hace tiempo: el “diálogo” con las autoridades no es más que un diálogo de sordos, en el que se intercambian promesas vacías y buenos deseos, sin que nada se haga por cambiar las cosas, no al menos en el sentido en el que la mayoría quisiéramos. Esto aplica no sólo a la administración federal encabezada por Felipe Calderón, sino también a los integrantes del Poder Legislativo, esos que se hacen llamar nuestros representantes, solo para olvidarse de representarnos en el mismo momento en que empiezan a cobrar en San Lázaro.

El pasado jueves, Sicilia anunció que rompía el diálogo con legisladores, tras la aprobación de la minuta de la Ley de Seguridad Nacional. “"No se puede dialogar con hombres y mujeres que no hablan verdad”, dijo el poeta. Debió darse cuenta de ello antes de abrazar a Calderón y repartir besos y abrazos por toda la Cámara, mas no es tarde para darle un nuevo rumbo al movimiento.

Por su parte, la presidenta de la Organización Alto al Secuestro, Isabel Miranda de Wallace, exhortó a Sicilia a reanudar el diálogo con los legisladores, afirmando que es la única vía posible para conseguir soluciones. Nada más alejado de la realidad, que ha demostrado una y otra vez todo lo contrario: acudir en buena fe con los representantes del aparato estatal, esperando de los mismos más que palabras y compromisos al aire, es la manera perfecta de que las cosas sigan igual: un gobierno autoritario en sus acciones dando una apariencia de apertura democrática, y una sociedad civil que sigue pagando las consecuencias de decisiones tomadas teniendo en cuenta intereses ajenos.

Una de estas decisiones es la ley de Seguridad Nacional mencionada anteriormente. Calderón la exige, argumentando que fortalecerá la lucha contra la delincuencia organizada. Cuando dicen fortalecer la lucha, ¿a cuántas decenas de miles de muertes más se refiere? La ley básicamente faculta al Presidente para crear estados de excepción, en los que las garantías individuales de los ciudadanos se vean suspendidas, así como autoriza al Estado mexicano a realizar cateos sin órdenes judiciales o intervenir las comunicaciones privadas de los ciudadanos.

En otras palabras, la ley que busca aprobar Calderón solo garantiza que la masacre en México va a continuar, solo que ahora las fuerzas federales podrán hacer uso de mayor fuerza y violencia al atentar contra los derechos civiles de la sociedad.

Los legisladores tienen el cinismo de pedir confianza al movimiento encabezado por Sicilia: “debe tener la certeza de que loa cordado en Chapultepec se respetará”, dicen. Es difícil tener confianza cuando se han hecho a un lado y han permitido que la carnicería emprendida por Calderón siga su curso, y cuándo se han opuesto a la misma no ha sido sino con declaraciones electoreras sin mayor intención que posicionarse frente al electorado.

El proyecto de ley que se discute actualmente no haría sino proveer de un cierto marco legal que permita a las fuerzas militares ejercer labores policiacas, como lo han venido haciendo en los últimos años, ampliando así su esfera de acción y de paso, haciendo efectiva una mayor militarización del país.

El movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad puede convertirse en una importante herramienta de la sociedad civil para frenar un combate que lleva 50 mil muertes, 10 mil desapariciones y 120 mil desplazados, mas debe darse cuenta que la “colaboración” con los representantes del Estado, sean legisladores, secretarios o el mismo Presidente no es sino un callejón sin salida, que no servirá más que para legitimar hasta cierto punto la acción gubernamental, que presume apertura democrática y voluntad de diálogo.

Es necesario darse cuenta que las decisiones no pueden ser centralizadas en uno o dos individuos, y que el camino a seguir no solo puede, sino que debe darse por fuera de los medios habituales. Debe dejar de intentar comunicarse con el gobierno, para empezar a comunicarse con el resto de la sociedad.

jueves, 11 de agosto de 2011

El ludismo en el siglo XXI. (Primera parte)

A finales del siglo XVIII aparece en la historia inglesa Ned Ludd destruyó varios telares en un arranque de furia provocado probablemente por su impotencia para competir con la capacidad productiva del telar mecánico. El hecho adquirió un carácter simbólico para los obreros ingleses a principios del siglo XIX, el cual utilizaron para construir al movimiento ludita, que se opuso a la utilización de máquinas en la producción por ser la causa más visible del creciente desempleo y la baja de salarios.

El ludismo representó sin duda la desesperación de los trabajadores ingleses, en los inicios de la llamada revolución industrial, para elevar sus niveles de vida, responsabilizando a la tecnología de su precaria situación. La guerra contra la máquina fue la fuente de la lucha obrera, que si bien duró poco -fue reprimido severamente por la corona- logró articular al movimiento obrero para la construcción de una ideología propia.

Si alguien pensó entonces que en el futuro la tecnología no enfrentaría ninguna oposición se equivocó rotundamente. Para el caso mexicano, la bomba que explotó recientemente en el Tecnológico de Monterrey del estado de México y la encontrada en la entrada del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) me parecen inspiradas claramente por el ludismo aunque en pleno siglo XXI.

El grupo Individuos Tendiente a lo Salvaje (ITS) se adjudicó el atentado y publicó un documento donde justifica sus acciones. No es mi intención analizarlo a profundidad en este espacio sino encontrar similitudes y diferencias con los ludistas ingleses, lo que nos podría acercar a una comprensión del fenómeno en lugar de satanizarlo o descalificarlo.

Lo primero que salta a la vista es el título del comunicado: Reivindicación y Análisis contra la tecnología y la Sociedad tecnoindustrial… Esto relaciona directamente al ITS con el ludismo pues identifica a la tecnología como la causa fundamental de los males contemporáneos. En particular, el comunicado dirige sus baterías hacia la nanotecnología, campo de la ciencia que ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años y que se perfila como un salto cualitativo en la comprensión del universo. La nanotecnología se desempeña en el campo de las ciencias aplicadas y tiene como finalidad la de manipular la materia de los átomos y las moléculas, creando materiales y aparatos nunca vistos por la naturaleza. Las posibilidades son prácticamente infinitas, convirtiendo al ser humano en un dios, un creador que manipula los elementos básicos para la creación de cualquier cosa. En este sentido el comunicado afirma que la finalidad de la nanotecnología es producir “…necesidades sustitutorias” que son “…todos esos actos o tareas que tienen como objetivo alcanzar una finalidad artificial y no una finalidad real.” Las consecuencias de semejante dinámica no es otra, según los ITS, “La total Dominación (sic) de todo lo potencialmente libre”

Guardadas las distancias, la crítica a la tecnología como esclavizadora y no precisamente liberadora de la humanidad -como reza el canon de la modernidad- es, como se mencionó antes, el lazo vinculante entre ambos grupos. Las diferencias radican sobre todo por el contexto en que se desarrollan pero también en la concepción de la naturaleza. Para los luditas la naturaleza, como para buena parte de la humanidad del siglo XIX, estaba claramente separada de la sociedad. Para los ITS parece más bien que se oponen. El final del comunicado concluye con la siguiente frase: “La Naturaleza es el bien, la Civilización es el mal…” (http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=3581)

Vuelve la burra al trigo

Previendo la próxima y renovada crisis que se avecina (hace meses que nos advirtieron de su advenimiento), se antoja impostergable la elaboración de una estrategia que, conjuntamente, esto es, con el aval y soporte de todos los grupos afectados por la vorágine de la usura financiera, consiga articular ya no los intereses, sino la exigencias colectivas que cada vez encuentran más y más obstáculos para su satisfacción. Resulta curioso observar como diversas fuentes de información y producción de opinión consagran el contenido de sus espacios a la crítica de la desventurada realidad, sin encontrar, no obstante, una directriz, una línea general, un eje en torno al cual se exprese con relativa exactitud el hartazgo colectivo cuya génesis remite necesariamente a un sistema donde las aves de rapiña hacen y deshacen a su antojo. En México, como en Estados Unidos, la sociedad sigue confiándoles el rumbo de los asuntos públicos a los ejecutores intelectuales y materiales de la crisis. Y vuelve la burra al trigo: profundización de los conflictos estructurales, con la venia de los “representantes populares”.

Justamente la semana pasada abordábamos el tema de la fractura entre sociedad civil y Estado. La discusión referida en ese artículo cobra todavía más vigencia a partir de los acontecimientos de la semana en curso. (Véase la determinación de Washington al término de la disputa política sobre la deuda y el déficit presupuestario). El distanciamiento entre la sociedad políticamente organizada y el Estado monopólicamente administrado es una disposición inaplazable.

Si bien es cierto que se han dado pasos importantes en la dirección correcta (¿políticamente incorrecta?), es menester reconocer que aún falta un largo trecho para arribar a instancias que vivifiquen el aletargado arrojo movilizador de un pueblo largamente atropellado, y consecuentemente alcanzar una resistencia estructurada. Si el capital y sus apéndices productivos, comerciales y financieros lograron expandirse a un grado tal que hoy nadie pone en duda la condición “global” de la economía, no hay motivo para descreer del potencial para “globalizar” la resistencia política. De hecho, es algo que ha venido ocurriendo de manera activa y progresiva. En este sentido, es de vital importancia mirar el desempeño y curso de movimientos cuyo radio de acción directo está fuera de nuestras fronteras. España, Grecia, Inglaterra, Chile, Estados Unidos, África septentrional, cuyas geografías están en franca convulsión social, son casos cercanos –política y socialmente– que habremos de seguir con el correspondiente cuidado. Allí se incuban nuevos modelos y experimentos políticos que más temprano que tarde habrán de reconfigurar la constelación societal.

¿Es que acaso no hemos reparado en la acumulativa secuencia de perjuicios ocasionados por el formato político de la representación? En México, este régimen condujo al actual estado de terror; en Estados Unidos está conduciendo a una pauperización de la población sin parangón en la historia moderna.

La economía mexicana languidece juntamente con la economía del vecino del norte. Las consecuencias no son las mismas. Tristemente, para México son más funestas. Sin embargo, los mecanismos de control político sí lo son. Y en esto, sólo en esto, estamos hermanados ambos pueblos.

Otra crisis en puerta. Otro portazo institucional en la cara de la sociedad. Estados Unidos exportará al mundo nuevas oleadas de descontrol económico ¿Cuántas más? En los circuitos gubernamentales en México la respuesta es, aunque cruda, apreciablemente pragmática: tantas cuantas el tío Sam convenga. En la sociedad civil mexicana, la respuesta debe ser diametralmente opuesta: ni una más.

lunes, 1 de agosto de 2011

Pobreza y Seguridad

En su más reciente informe, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) afirmó que en el periodo comprendido entre 2008 y 2010 el número de pobres en nuestro país pasó de 48.8 millones a 52. En el sector catalogado como “pobreza alimentaria” hay al menos 28 millones de personas. En términos que seguramente no escucharemos en el informe de Coneval, a una cuarta parte de la población en México no le alcanza ni para comer.

Aventar números al aire sin llevar a cabo un análisis con mayor profundidad de la situación nos lleva a pasar por alto la complejidad del problema. Sucede también con el recuento de las víctimas de Calderón: repetir el número de muertes no nos da una perspectiva real de la gravedad del problema. Nos acostumbramos a los números, los repetimos y no tomamos conciencia de la crudeza de la situación.

Hay que señalar que las “objetivas” mediciones de la pobreza suelen ser llevadas a cabo en base a criterios arbitrariamente escogidos por instituciones que poco o nada conocen de las realidades a las que la mayoría de la población debe hacer frente. La realidad es que cantidad mucho mayor que la señalada vive en condiciones que atentan contra los principios básicos de la dignidad humana. Las mediciones generalmente están basadas en una línea de ingreso predeterminada por “expertos”, que presupone la cobertura mínima de ciertas necesidades por parte de las familias. Los factores que intervienen en la calidad de vida de las familias rebasan por mucho el simple criterio de un ingreso promedio. Resulta poco menos que imposible cuantificar de manera exacta la pobreza, más una observación de mayor profundidad sobre las realidades de nuestra sociedad nos basta para afirmar que las cantidades son mucho mayores.

Esto resulta aún más alarmante si tomamos la situación actual de violencia por la que atraviesa el país. Al sabido rezago estructural que presenta nuestra sociedad en la distribución de recursos, mismo que ha existido desde siempre y no ha hecho más que aumentar en las últimas décadas, le sumamos una coyuntura en la que la guerra desatada irresponsablemente por Calderón pone en entredicho nuestra seguridad.

Increíblemente, tal pareciera que la situación económica pasa a un segundo plano cuando la vida misma de los ciudadanos es puesta en el frente de una batalla cuyos dividendos son completa y evidentemente opuestos a los de una sociedad sumida en una pobreza estructural, cuyas necesidades más básicas son completamente desatendidas por un gobierno empecinado en llevar a cabo una lucha que, para colmo de males, no puede ser ganada mediante la “estrategia” utilizada.

El problema del narcotráfico tiene precisamente en las profundas desigualdades sociales sus raíces más profundas: hacerle frente a los cárteles de manera directa no resuelve las contradicciones mismas de un sistema podrido desde las entrañas. Simple y sencillamente, la pobreza alimenta al crimen. Le provee de mano de obra (los niveles de desempleo en la economía formal están por los cielos, y las oportunidades de encontrar trabajo son cada vez menores), le provee de consumidores, le provee de una estructura social resquebrajada y fácilmente penetrable por síntomas como la corrupción.

Por otro lado, es necesario recordar que la crisis económica (conocida como “el catarrito”) no sólo no ha pasado, sino que se avecinan tiempos aún más complicados para la economía global (el endeudamiento de los Estados Unidos es uno de los principales síntomas).

Calderón, por su parte, tiene el descaro de afirmar que la pobreza extrema se contuvo durante su sexenio, cuando los datos indican que en su gobierno cuando menos 13 millones de personas vieron sus ingresos pasar por debajo de la línea de pobreza. No conforme, ruega por poder pasar por el Congreso una reforma laboral que, con los pretextos de elevar la productividad y la misma cantaleta de siempre, termine por afectar de manera directa a los trabajadores del país.

Las soluciones a los problemas del país no pasan ni por guerras estúpidas, ni por “programas de combate a la pobreza” ni mucho menos por reformas fiscales y laborales que atenten, una vez más, contra la mayoría de la población. De continuar con el rumbo propuesto por la administración de Calderón, las dificultades por las que atravesamos no sólo no encontraran respuesta, sino que se harán cada vez mayores y más difíciles de resolver.

Pinta tu raya

Uno se pregunta, no sin caer presa de la exasperación, si la ceguera social en la declinante era nacional tiene un tope preestablecido (como ocurre con el endeudamiento de los vecinos al norte del Río Bravo o con los risibles salarios al sur del mismo); o bien, si existe una frontera temporal a partir de la cual la testarudez arribe a feliz término. Tristemente, es menester reconocer, a la luz de la presente penumbra (lúgubre oxímoron), que la estulticia nacional, aquí sí, no como en el caso de los hidrocarburos, es eternamente renovable. La constelación de problemas que ásperamente acusa el país, en lugar de abrir los horizontes de la conciencia, asfixia con intensidad ampliada la ilimitada capacidad de razonamiento que posee la sociedad. Los discursos oficiales ni siquiera requieren de la grandilocuencia de antaño para mantener a raya a una sociedad crecientemente absorta en la cotidianidad alienante y/o el paroxismo consumista.

Hemos visto como todo esfuerzo encaminado, a veces tibia a veces vigorosamente, a la procuración de un cambio fracasa por razón de sus carencias intrínsecas, llámese ideológicas o materiales. Ahí está el caso Sicilia, por mencionar un ejemplo próximo. ¿Qué parte no habrá entendido el señor poeta de la acusación colectiva que señala a la institucionalidad como corresponsable del escandaloso drama nacional? Realmente encabrona descubrir que hombres bien instruidos, como es el caso del periodista-poeta, no hayan aprendido de los errores del pasado, máxime en un país con una larga tradición de resistencia. La lucha auténtica no pasa por solicitar amablemente a los verdugos institucionales, con lujo de beso, abrazo y apapacho, el reparo por los daños criminales ocasionados a una sociedad ávida de justicia. Empero, es aún más patético “implorar” a la clase gobernante, o en su defecto a sus esbirros castrenses, que extiendan públicamente una disculpa a la población, como si esto fuera a desagraviar a los deudos y a millones de mexicanos víctimas de un secuestro colectivo sofocante.

Hay aquí un asunto que precisa especial atención. Parece que nadie en el país ha tomado conciencia del papel histórico que recae sobre la generación actual y venidera, en el contexto de una época íntegramente cambiante. Seguimos atados a los viejos dogmas, a creencias y mitos ancestrales. ¿Por qué seguir validando la ilegitima –extemporánea– autoridad de hombres caducos, espiritualmente seniles? Cabe advertir que el político, como figura cuya función es “servir”, ha expirado. A lo más, se trata de una representación física del poder decrepito, que se vale de sofismas (razonamientos lógicos sólo en apariencia, y cuyo objeto es inducir al error) para mantener en funcionamiento un circo dónde payasos, magos, y fascinadores apelan a trucos cada vez más osados e ingeniosos con el sólo afán de sobrevivir.

El movimiento por la Paz no es de Sicilia. Fueron circunstancias sin duda desafortunadas pero también fortuitas las que le delegaron facultades acaso extraordinarias en la conducción del movimiento. Pero de ahí a aceptar acríticamente las decisiones del órgano dirigente hay una brecha generosamente amplia. La función del movimiento, esto es, el motivo conductor, debiera consistir en la concreción de una ruptura categórica, briosa y terminante entre sociedad civil y cuerpo estatal. En una palabra, “pintar la raya”.

Remitirse a la autoridad para la solución de problemas colectivos, comunes, públicos, es una forma necia e incauta de reconocer el raquitismo político de una sociedad; y de paso reafirmar, a los ojos del cuerpo estatal-institucional, la necesidad de una autoridad, o en su defecto, de un “representante”.