domingo, 29 de mayo de 2011

La rebeldía de hoy no necesita filósofos

Paula Corroto

El filósofo alemán Rüdiger Safranski (Rottweill, 1945) inauguró ayer la 70 edición de la Feria del Libro de Madrid. Safranski, cuya tesis doctoral fue Estudios sobre el desarrollo de la literatura obrera en la República Federal Alemana, es hoy en día uno de los mayores conocedores de la filosofía de Schopenhauer, Schiller o Rousseau. Ayer confrontó sus pensamientos a los movimientos de protesta que se están sucediendo en todas las plazas de España.

Usted ha dicho que las revoluciones antisistema proceden del Romanticismo. ¿Qué impulsa a la conocida como spanish revolution'?

No soy del todo consciente sobre si ese Romanticismo forma parte de lo que está ocurriendo en España, pero si miramos con cierta perspectiva, sí podemos observar que hay una ola de rebeldía y, sobre todo, un deseo de que las cosas pueden ser diferentes. Y esto siempre han sido pilares del Romanticismo.

¿Por qué cree que ha estallado en España y no en otro país europeo?

En Europa estamos todos sufriendo una crisis económica muy fuerte, sin embargo, en España, además, han surgido protestas contra la cultura política que se ha practicado en los últimos años. La gente está resentida con la economía, pero también se han dado cuenta de que los problemas del futuro tienen que ver con la responsabilidad de los políticos. Por tanto, lo que explica estos movimientos es la unión de una crisis económica y una crisis del sistema político.

"Las protestas nacen de la unión de la crisis económica y política"

¿Está naciendo una nueva época idealista?

Yo deseo que el Idealismo domine los intereses de las personas y no sólo las razones económicas, como ha sucedido en los últimos tiempos. El Idealismo siempre es algo bueno. Ahora bien, también debe ser corregido por el Realismo. En cualquier caso, sin Idealismo no hay entusiasmo, ni deseo, ni optimismo, ni autoestima. Al Idealismo o al Romanticismo, como decíamos antes, pertenecen todos estos conceptos.

¿Cuál cree que puede ser el resultado de estas manifestaciones que se están viviendo en España?

El problema es que los partidos políticos se han aislado de sus bases. Si no tiene lugar una reforma del sistema político, en Grecia o en España... Es necesario que el sistema político cambie y vuelva a sentir empatía hacia los ciudadanos. Si ese fuera el resultado de estas revoluciones, entonces habrían tenido resultados.

"La cultura pop juega un papel más importante que la alta filosofía"

¿Qué filósofos se hallan detrás de este movimiento?

Marx estaba detrás de los movimientos del 68. Sin embargo, ahora creo que no hay una gran figura filosófica detrás de estas revoluciones. Es algo que está más en el debate. Yo creo que la rebeldía de los jóvenes de hoy no necesita una figura filosófica importante en la que apoyarse. Quizá la cultura pop está jugando un papel más importante que la "alta filosofía".

Y quizá el humanismo.

Claro. Tanto en España como en Alemania tenemos el problema de que las reflexiones sobre el ser humano han tenido últimamente una perspectiva económica. Y esto lo que consigue es agitar los sentimientos de violencia en el ser humano, porque la vida es algo más que la economía.

"Sin idealismo no hay entusiasmo, ni optimismo, ni autoestima"

Por cierto, en los años 20-30, el paro, la crisis económica, dieron lugar a la aparición del Partido Nazi. ¿Corremos ese peligro?

La diferencia es que los tiempos para los nacionalismos ahora no son buenos. ¿Por qué? La mayoría de los problemas que tenemos no pueden ser resueltos desde el ámbito nacional. Esto es resultado de la globalización. Por eso no existe el peligro del nacionalismo, pero quizá sí pueden reaccionar algunos grupúsculos y puede haber un rebrote de los partidos conservadores.

¿Qué papel ha tenido la globalización en estos movimientos?

La gente joven maneja internet de una forma muy activa. Esto es una gran diferencia con respecto a lo que hizo mi generación. Y es lo que le ha dado un cariz global y diferente a lo que pudimos hacer nosotros en el 68.

Fuente: http://www.publico.es/culturas/378823/rudiger-safranski-la-rebeldia-de-hoy-no-necesita-filosofos

sábado, 28 de mayo de 2011

¡Que NO, que NO, que no nos representen!

Una discusión que bien podríamos considerar decimonónica, no obstante el carácter dominante que asume en el siglo XX, particularmente en las postrimerías de la segunda guerra mundial, es aquella referente a la confrontación meta-teórica entre apologistas de la democracia representativa y defensores de la democracia directa. Este capítulo, máxime en la esfera académica, llegó a feliz término gracias a la amañada –aunque no por ello menos audaz– teorización exculpatoria de la representatividad, misión que aglutinó a los politólogos más distinguidos de la época, entre los que destacan figuras prominentes de la escuela jurídico-politológica italiana.

Podemos augurar, en vista de los acontecimientos sociales en curso, que está añeja discusión se reavive como punto de arranque para explicar las demandas de los múltiples movimientos civiles que han tomado por asalto las principales plazas del orbe, siendo las ciudades españolas el caso más próximo y latente.

Sin embargo, con el fin de evitar que el análisis se ciña al campo restrictivo de este esquema binario a todas luces caduco, procuremos, impregnados por el brío transformador de la desobediencia civil que cimbra al mundo (“Primavera Árabe”, “Revolución de los indignados”, “Caravana Nacional Ciudadana por la Paz con Justicia y Dignidad” etc.) conferirle un giro de 360º grados a la discusión y el análisis en puerta.

Un punto que parece esencial abordar es el de la “democracia” como concepto y modelo hasta ahora exclusivo de participación política. Cabe observar que entre la amplia gama de exigencias del Movimiento 15-M, destaca la consigna “¡Democracia Real Ya!”. Sin afán de demeritar el formidable valor del movimiento juvenil español, parece pertinente señalar, a modo de crítica constructiva, la “benignidad” de la demanda referida, pues reivindica el presupuesto opiáceo (“vaca sagrada”), del Estado de derecho burgués, la democracia. Si bien alguna vez se consideró a la religión como opio del pueblo, es preciso advertir que en la presente era, como atinadamente señaló un amigo colega, el opio del pueblo es la democracia. El poder constituido ha usurpado e incorporado a su discurso el ideal democrático, quizá reduciéndolo, es cierto, a su expresión más instrumental, la democracia electoral. (Nótese que en México el Partido de Acción Nacional –afín con las ideas del Tea Party Republicano– se considera portador de una “cultura tercamente democrática”). A juicio de un servidor, un movimiento auténtica y genuinamente transformador, debe, por una cuestión de sentido contrapolítico, impensar y rejuvenecer el lenguaje. Vale decir, que el lenguaje y su carácter transformador desempeñan un papel superlativo en una coyuntura de cambios sistémicos.

En este sentido, e insistiendo en trascender la discusión aludida, lo más apropiado en la actual coyuntura de descomposición y recomposición planetaria, es atacar integralmente los conceptos de “democracia” y “representatividad”, y configurar una propuesta universal y ascendentemente radical cuyo eje articulador sea la política de NO gobierno, NO verticalidad, NO representatividad, NO regulación de la vida a escala ampliada, en una palabra, acracia (ausencia de coerción).

Parece políticamente ineficaz exigir derechos políticos en un mundo configurado con base en el privilegio político. Quizá resulté más prudente y plausible configurar un mundo al margen de los beneficiarios del privilegio político (incluyendo sus ideales y presupuestos –democracia, representatividad etc.) y sobre la marcha ir precisando los derechos y prerrogativas –transformando a la par el lenguaje– que han de regular la vida en sociedad de hombres y mujeres, acaso en un futuro más próximo que lejano. Un universo humano en el “¡Que NO nos representen!”.

jueves, 26 de mayo de 2011

La contrapolítica vive en España

Después de haber planteado aquí la idea de que la política institucional se encuentra en franca decadencia, pues no logra enfrentar las demandas de las mayorías en el mundo, propuse utilizar el concepto de contrapolítica para encontrar una salida a la debacle del orden republicano liberal que vivimos. Ahora me propongo demostrar que la contrapolítica existe en la realidad y está dándole a mucha gente la posibilidad de pensar que otro mundo es posible.
Las manifestaciones recientes en España son una muestra clara de cómo miles de personas tiene claro que, si de cambiar las cosas se trata, habrá que buscar nuevas formas de organizarse y gestionar los intereses. Esas miles de personas, en su mayoría jóvenes, tienen muy claro que hay que considerar a las instituciones liberales como parte del problema y no como parte de la solución, que hay que partir de cero y empezar a pensar en soluciones basadas en la imaginación y en la visión emancipada del orden capitalista.
El movimiento 15 de mayo ha desafiado exitosamente a las instituciones del estado español, que desde un principio procuró impedir las reuniones públicas en las plazas de buena parte del país y sobre todo en la Puerta del Sol -emblemático espacio en el que se concentran todos los días miles de persona para protestar por las políticas neoliberales que los políticos han intentado imponer a la población para hacer frente a la crisis económica y salvar los intereses de los poderosos.
Para muchos es la primera vez que han tomado la calle para protestar y manifestar su descontento con el gobierno encabezado por Rodríguez Zapatero. Su sorpresa ha sido mayúscula al encontrarse con muchas personas que comparten el hartazgo de vivir en un mundo injusto e inhumano. Se han dado cuenta que llevar comida para los manifestantes; que organizarse al margen de los partidos políticos y articular demandas; que informar en el metro a personas de todas las condiciones sociales es, precisamente, poner en práctica la contrapolítica. Pero sobre todo, las y los jóvenes le han perdido el miedo al poder y sus marionetas serviles y corruptas; y eso es lo más valioso del movimiento que inició el 15 de mayo.
Víctor Valdéz, representante de Juventud sin Futuro (vaya nombre para una organización juvenil; más realista imposible) lo dice sin tapujos: “El mundo nos mira…porque nos lo hemos ganado. Hemos dado un grito, un golpe encima de la mesa, la rabia y la indignación de la juventud precaria y del resto de la sociedad civil se ha canalizado, por fin. El mundo nos mira porque les hemos perdido el miedo, a ellos y a sus cadenas que también eran las nuestras. Sin miedo a las represalias, a mostrarnos tal y como somos, a desobedecer, a reivindicar, ‘a enseñarles los dientes’…” (
www.rebelion.org/noticia.php?id=129063)
Y es en ese perder el miedo, en ese afán por mostrase como son de la juventud española -que hoy se encuentran desafiando al corrompido y decadente estado español- radica la esencia de la contrapolítica. Se acabaron las dudas con respecto a las acciones a seguir; se acabó la esperanza en que la política institucional resuelva los problemas de las mayorías. Sólo queda la certeza de que la única manera de enfrentar la crisis que vivimos es a partir de nuestros propios medios, de nuestras propias reivindicaciones, de nuestras propias posibilidades. La moneda está en el aire pero el ejemplo quedará para la historia y cambiará la vida de todos ellos para siempre.

martes, 24 de mayo de 2011

Problema serio de percepción

De visita en Las Vegas, ciudad cuyo origen nos remite a la riqueza proveniente del sector económico más redituable en México, el narcotráfico, curiosamente declarado enemigo común de los “mexicanos de bien” (sic), el Lic. Calderón, acaso contagiado por el espíritu del lema de la ciudad, What happens in Vegas stays in Vegas (“Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas) insistió, en ocasión de la Cumbre Mundial de Viajes y Turismo, que hay un problema serio de percepción sobre la delincuencia en México. (Solo faltó agregar: “Lo que pasa en México, se queda en México).

Y no obstante la intencionalidad que el aludido Licenciado –admirador del legendario mandatario alcohólico Winston Churchill– procurara imprimir a la anotación, debemos admitir cierta afinidad en relación con esta observación. En efecto, en México, sobre todo entre los estratos cuyos privilegios no se han visto seriamente afectados por la descomposición nacional, existe un problema serio de percepción sobre la delincuencia. Al igual que en Estados Unidos, país donde la doctrina del bien y el mal atesora millones de feligreses, en México, quizá con una cuota considerablemente menor de adherentes, la religión que coloca a buenos y malos en bandos opuestos y antagónicos, ha cobrado en el presente una vitalidad envidiable. En esta percepción binaria, el papel del mal recae en la delincuencia genérica, y el papel del bien, en el gobierno y el empresariado. Coincidimos con el Lic. Hinojosa, promotor entusiasta de esta visión cavernaria, en el sentido de que hay un problema serio de percepción en México.

Punto número uno: El juego de policías y ladrones, apreciablemente influido por la percepción del bien y el mal, ha traído felices horas de entretenimiento y desfogue a todos los niños mexicanos (me incluyo en la lista). En sí, el juego pierde interés cuando en la adolescencia nos percatamos, muchas veces amarga y dolorosamente, que en la vida real y mundana policías y ladrones juegan para una misma causa, en una lógica delincuencia-delincuencia (o win-win, para ilustración de los prosélitos de la economía vulgar). Nos resulta francamente desconcertante que un hombre de la edad del Lic. Hinojosa siga reproduciendo –trágicamente para los mexicanos– la lógica de un juego de niños pero con aplicación a escala político-nacional.

Punto número dos: Si los parámetros que se emplean para calificar de “delincuente” a una persona o un grupo se basan en su propensión a robar, extorsionar, violentar, en tal caso habría que decir que los primeros y más descarriados delincuentes del país se encuentran justamente en los círculos gubernamentales y empresariales. Si extendemos un poco el concepto de violencia, veremos que este fenómeno se presenta cotidianamente en las políticas de Estado y las prácticas orgánicas-internas en el centro de trabajo. En este sentido, el establecimiento de un salario de hambre es sinónimo de violencia, extorsión (máxime si se considera los sueldos desquiciados de nuestros “representantes”), así como también la negación de asistencia médica, educación, vivienda, empleo digno. Este mismo criterio aplica para los centros de trabajo y las empresas. La discriminación, la humillación, el recorte salarial cuya contrapartida es el enriquecimiento patronal desmesurado, la coacción, el acoso, son prácticas empresariales profundamente violentas que bien pudieran ser calificadas de delincuencia organizada, tan perfectamente organizada que cuenta con el amparo de la ley escrita.

Insistimos: en algo tiene razón el Lic. Calderón: en México hay un problema serio de percepción sobre la delincuencia. Sesenta millones de mexicanos, hundidos en la vorágine marginal, no me dejaran mentir.

lunes, 23 de mayo de 2011

¿Quién quiere otro tequila?

“Bang bang he shot me down.
Bang bang I hit the ground”
Nancy Sinatra

“Dame otro tequila”
Paulina Rubio

Cuando empecé a escribir este artículo quise transcribir literalmente las palabras que Felipe Calderón dijo en inglés en la Cumbre de Turismo. Como me resultó imposible, hago mi traducción: “De hecho, el año pasado el turismo a través de México aumentó por más del 6 por ciento y el turismo americano que vuela a México creció en un 10 por ciento. Recuerdo de algunas de estas advertencias que venían del Gobierno de Texas o algo así diciéndoles a los muchachos del Spring Break, no vayan a México…

-“¿Se refiere al departamento de seguridad pública de Texas?”- dice el entrevistador.

“-Si… sabe de quiénes hablo. Lo decían porque hay una razón: la razón es porque pueden morir por la violencia. Déjame decirte Peter, que yo vi miles, miles de springbreakers divirtiéndose. Y a mi entender, los únicos shots que recibieron fueron de tequila.”

Un minuto de silencio por favor.

Música para acompañar:

“I was five and he was six
We rode on horses made of sticks
He wore black and I wore white
He would always win the fight

“Bang bang, he [tequila] shot me down
Bang bang, I hit the ground
Bang bang, that awful sound
Bang bang, my baby [tequila] shot me down.”

Según la lógica de Felipe Calderón, lo más importante de todo es que el turismo ha crecido en México. Vaya, no importa que uno pueda morir por la violencia. Eso no es nada. Lo importante es tomarse un tequila:

“Qué suerte, que hoy te pase a ti.
No sabes lo que yo sufrí.
Entiende, que no eres nada,
sólo fuiste un mal aprendiz.

“Ahora brindo tu dolor.
Hoy la suerte me llegó.
Ya no guardo más rencor…

“Dame otro tequila, para olvidarme de tu amor.
Tu nombre es pasado, mi camisa grande te quedo.
Dame otro tequila, esta te la pago yo:
es para que entiendas que ahora estoy mucho mejor.”

A mi la verdad me preocupa que el señor ande viendo a los springbreakers. ¿Qué no tiene una oficina que atender? A perdón:

“Mmm... Mucho mejor sin ti.
Y con este tequila...
¿Quien quiere otro tequila?
Dame otro tequila...”

jueves, 19 de mayo de 2011

Los desaparecidos de la guerra en México

En los años setenta las y los mexicanos respirábamos con alivio al ver como los países de Sudamérica sufrían golpes de estado y la militarización sistemática que provocaron miles muertos pero sobre todo desapariciones forzadas. El terror en países como Argentina, Chile o Brasil parecía algo lejano pero treinta años después estamos viviendo lo mismo: militarización acelerada con las consecuencias para las libertades civiles; muertes cotidianas producto de una guerra promovida por el estado; pero sobre todo desapariciones de personas que acabaron siendo enterradas en lugares secretos o arrojadas desde aviones en pleno vuelo al mar, con la clara intención de borrarlas de la historia.

Los recientes hallazgos de fosas clandestinas repletas de cuerpos sin identificar en Tamaulipas y Durango representan un síntoma típico de sociedad enfrascada en una guerra civil, organizada desde el poder, para administrar el caos en favor de los de siempre: las corporaciones internacionales y sus testaferros nacionales. A los números oficiales de los muertos manejados por el gobierno federal habrá que agregarle los miles de desaparecidos que no contabilizan las cifras oficiales pero que son consecuencia directa del ambiente de violencia generalizada en que vivimos. A los cuarenta mil muertos que se manejan habrá que sumar los desaparecidos. ¿Cuántos son? ¿Diez mil, veinte mil?

Los desaparecidos son fundamentalmente personas pobres y migrantes desesperados por sobrevivir que, a su paso por nuestro país, sufren todo tipo de violencia incluida la desaparición forzada. No por ello debemos de ignorar que la mayoría de los encontrados en las fosas clandestinas son ciudadanos mexicanos que han sido asesinados cruelmente –como lo hicieron los militares sudamericanos- para enviar un mensaje de terror a todos nosotros, para recordarnos que la violencia no necesita justificaciones y que si las tiene están directamente relacionadas con la ambición, la discriminación y el racismo.

Y es que para desaparecer personas es necesario negarles todo viso de humanidad -tal como lo hicieron los paramilitares sudamericanos con la colaboración plena de los ejércitos nacionales y extranjeros o los sionistas con los palestinos- negarles el derecho a la vida por ser pobres y vulnerables, por ser extranjeros pobres, por ser mujeres, por no tener dinero para pagar su rescate. Por eso las desapariciones no son un crimen simple sino agravado porque se les niega el derecho básico a una sepultura digna, que les permita a los deudos honrarlos y visitarlos. Es sin duda un crimen de lesa humanidad porque además lesiona la vida de sus familiares y amigos para siempre.

En este sentido la atropellada e irrespetuosa manera en que los desentierran –utilizan trascabos que destrozan los cuerpos sin remordimiento alguno- es una clara muestra de cómo los gobiernos locales y el federal tienen en la misma consideración que los narcotraficantes por los muertos sin nombre, por los desaparecidos. Son los que merecen ser borrados de la historia, carne de cañón para mantener una nación aterrorizada para mantener el saqueo, el robo y la rapiña de todos los días.

Qué ironía que después de haber pensado que México se había librado de la militarización que sufrieron los países sudamericanos, estemos hoy cercados por grupos armados, viviendo un golpe de estado reciclado, que si bien no tienen las mismas características si buscan el mismo objetivo que en los años setenta: mantener las cosas como están y si se puede, mejorar las condiciones para él despojo sistemático. ¿Habrá otra razón para promover la guerra?

miércoles, 18 de mayo de 2011

Reforma laboral

El día de ayer por la tarde, diputados de todos los colores declaraban su disposición para abrir un periodo extraordinario de sesiones en el que se discutiría la aprobación de una nueva reforma laboral integral, misma que, supuestamente, buscaría el establecimiento de mejores condiciones de trabajo para quienes laboran en este país.

Según la administración federal, las condiciones de vida en el país han mejorado considerablemente. Ernesto Cordero, secretario de Hacienda (en efecto, el mismo de los 6 mil pesos), afirmó que, salvo un pequeño bache (también conocido como catarrito o crisis financiera internacional) del que el gobierno no tuvo la culpa (yo no fui, fue teté), el país goza de una estabilidad financiera única, y que la reforma laboral es necesaria para mantener el ritmo de crecimiento del país. Lo que al señor secretario se le olvido mencionar, es que tras el pequeño bache una quinta parte de la población económicamente activa se encuentra sin empleo. Las cosas van bien, según Cordero, “les guste o no les guste a varios”: presume la creación de 170 mil empleos formales, sin mencionar que la mayor parte de estos son eventuales, y con salarios de hambre. En cuestiones de desigualdad, el avance en nuestro país en los últimos años ha sido notable, sólo que en detrimento de la mayoría: al día de hoy, aproximadamente 0.18% de la población mexicana se reparte el 42% del PIB, mientras que en sólo 2.5% de las cuentas de ahorro se encuentra el 75% de todo el capital depositado en el sector bancario.

Las reformas propuestas por el gobierno mexicano, entre las que destacan la laboral y la fiscal, no pretenden disminuir esta brecha de desigualdad, sino todo lo contrario.

En el transcurso de los últimos meses, los diputados de los partidos mayoritarios en el Congreso han enviado propuestas de reforma laboral que difieren en algunos aspectos adyacentes y de menor importancia. Sin embargo, el corazón de la reforma propuesta tanto por el PRI como por el PAN, y apoyada discretamente por sectores del PRD, es el mismo: establecer un nuevo marco legal en el país en materia laboral que proporcione al capital mayores condiciones de rentabilidad; en otras palabras, más para los empresarios, menos para los trabajadores.

La principal propuesta dentro de la reforma es la legalización del outsourcing o subcontratación, un excelente mecanismo propio de las “economías de mercado”, en el que se impide la generación de derechos laborales y de antigüedad por parte del trabajador. Al mismo tiempo, deja desprotegidos a los empleados, puesto que se les despoja de su derecho de aspirar a prestaciones, beneficios, y sobre todo a organizarse dentro de determinada empresa. La reforma laboral pretende otorgar a los patrones todas las prerrogativas para contratar y despedir empleados sin asumir costo alguno, todo con el pretexto de atraer inversión extranjera a nuestro territorio.


Las deplorables condiciones en las que laboran miles y miles de mexicanos son por demás sabidas: ejemplo de ello son los recientes “accidentes de trabajo” en minas en todo el país, mismos que por cierto, a la fecha no tienen culpable alguno. La reforma laboral no busca proteger a los trabajadores, sino dejarlos a merced de sus empleadores, en especial del gran capital que se pretende atraer al ofrecer una mano de obra prácticamente esclava.

Nota informativa de último minuto: en el último de una serie impresionante de ridículos presidenciales y deslices mesiánicos, que van desde vestir uniformes militares talla extra-grande hasta afirmar que vamos ganando la guerra, a Calderón se le ocurrió compararse con quien fuera primer ministro de Gran Bretaña durante la segunda Guerra Mundial, Winston Churchill. Según él, tal como Churchill hizo frente a la amenaza que representaba el nazismo a mediados del siglo pasado, su administración heroicamente hace frente a las fuerzas del crimen organizado. La afición de Churchill por el alcohol no es un secreto para nadie, por lo que la comparación no extraña a nadie, y menos al escuchar a Calderón afirmar que se alzará con la Victoria al final de su guerra. Nos atrevemos a aventurar que también se alzará con la Modelo y la Corona. (Reitero aquí mi petición de implementar una prueba de alcoholímetro antes de que cualquier funcionario de la presente administración se presente en público).

lunes, 16 de mayo de 2011

"El Chapo" Guzmán dirige una multinacional de drogas, dice escritor británico

(MÉXICO) JUSTICIA-INTERIOR-SUCESOS,SUCESOS > AREA: Justicia e Interior

16-05-2011 / 23:50 h

México, 16 may (EFE).- El capo Joaquín "El Chapo" Guzmán, quien salió de la miseria para convertirse en uno de los hombres más ricos del mundo, es el primer mexicano que creó un emporio multinacional de las drogas, afirmó hoy el escritor británico Malcolm Beith.


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All you need is love

Lejos han quedado aquellas consignas que predicaban –en el tiempo-espacio correspondiente a la Revolución mundial del 68– el afecto al prójimo, la confraternidad. Es innegable que las banderas de aquel gran movimiento sociocultural estuvieron inspiradas en las secuelas del romanticismo decimonónico y el brío utopístico de la época. La música, la literatura, y las artes en su conjunto, dan testimonio de lo que aquellas generaciones vivieron, imaginaron, preconizaron. Los gobiernos a escala planetaria bien pudieron haber desaparecido forzadamente a muchos de los elementos constituyentes de la época (léase, jóvenes con la “cartera vacía… [pero] con el bolsillo lleno de sueños”). Empero, no pudieron –ni podrán nunca– borrar su recuerdo (“Su ejemplo vive; sus ideas perduran”).

Y en esta tesitura (favor de restarle importancia al tono irremediablemente melodramático de las palabras introductorias), y acaso atendiendo a la recomendación que hiciera Ryszard Kapuscinski (periodista polaco) a los jóvenes, de auxiliarse en el periodismo como herramienta para retratar la época, dediquemos un momento, acaso tímido y doloroso, para narrarle a las generaciones venideras el espectro de nuestra época. (Esperemos que aún exista el universo humano para cuando este modesto documento cobre valor).

Les cuento, niños y niñas, viejos jóvenes y jóvenes viejos, que en el sombrío lapso histórico que le tocó vivir –involuntariamente– a un servidor, los gobiernos del mundo acordaron emprender una cruzada mundial en contra de los desposeídos, los “sin nombre”, los seres humanos que en los cálculos estadísticos se reducen a cifras marginales; cruzada cuyo extenso nombre retrata nítidamente la prosa lírica y la sintaxis altamente imaginativa de la época, a saber: combate al narco-terrorismo-satanismo-eje del mal transnacional. Así se explica que el discurso oficial separe alevosamente el síntoma, es decir, el “crimen transnacional”, de su fondo empírico, temporal, social, es decir, la marginación lacerante.

En el presente (tiempo pasado, para el futuro lector), se condena con feroz vehemencia el fracaso; nunca la injusticia. Por eso gobiernos fraudulentos usan todo el poder y arsenal que tienen a disposición para promover su imagen triunfadora a expensas de poblaciones indefensas. En México este capítulo, recibe el nombre de “lucha anti-narco”. En Estados Unidos se conoce como “Operativo Gerónimo”, cuyo objetivo era la cabeza de un líder musulmán, otrora íntimo socio de un predicador cristiano del Bien. Nótese que en una coyuntura de estas características, ha sido necesario reavivar el maniqueo discursivo del bien y el mal. Así, los ‘buenos’ asesinan a los ‘malos’ gozando de irrestricta impunidad.

Para legitimar ideológicamente este perpetuo estado de guerra, la vieja consigna All you need is love, ha sido remplazada por All you need is war, war… war is all you need.

En esta funesta época que amargamente describo, la matriz de la Santa Sede Transnacional S.A. de C.V., esto es, el Vaticano, asciende a condición de beato (dícese de la persona cuya santidad reconoce la Iglesia) a encubridores de correligionarios (en las múltiples connotaciones que deja entrever el término) acusados de cometer abusos sexuales (“¿Quién es el que anda ahí? Es Maciel, es Maciel”).

En la actual era, la boda entre un príncipe y una aspirante a princesa (sí, leyó bien lector, príncipe y princesa) captura la atención del público a escala mundial, mientras los crímenes de lesa humanidad permanecen en las notas marginales de los diarios.

Seguramente ha de imaginar, lector futuro-tentativo, que me he referido a un periodo histórico correspondiente al Medioevo. Pero no… He aquí el fatídico registro del espectro del naciente siglo XXI.

jueves, 12 de mayo de 2011

Estado de derecho

Koldo Campos Sagaseta
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=128210

El teniente Kojak negocia con un extraño tipo el precio de la información y la garantía de no ser procesado. Anuncios.
Cierto que no es ético el soborno ni virtud la delación pero, en algún lugar de esta ciudad Jack el Destripador se dispone a atacar.
Al volante de su coche y a 200 km por hora Kojak se lleva por delante a una anciana inoportuna. Anuncios.
Cierto que el cumplimiento del deber provoca a veces lamentables accidentes pero, en algún lugar de esta ciudad Jack el Destripador se dispone a atacar.
Un acto de servicio, Kojak le aplica la picana en los testículos al dueño del motel en que se aloja el sospechoso y le amenaza con cerrarle el negocio de negarse a colaborar. Anuncios.

Cierto que la coacción o la tortura no son métodos indagatorios propios de un estado de derecho pero, en algún lugar de esta ciudad Jack el Destripador se dispone a atacar.

Kojak tumba la puerta de la 8 y entra disparando seguido de sus hombres. Anuncios.

Cierto que existen las órdenes de registro, de allanamiento, los ayudantes fiscales, pero es preciso actuar con contundencia porque en algún lugar de esta ciudad Jack el Destripador se dispone a atacar.

La mesa se derrumba arrastrando la cena y el televisor estalla y se desploma. En vano trato de incorporarme. Me siento sin fuerzas y apenas soy capaz de recordar nada... sólo los disparos y aquella voz tan familiar. La sangre empapa mi camisa. Alguien a mi lado repone lentamente la munición de su revólver mientras paladea un caramelo. Se está haciendo de noche... y no hay anuncios.

Jack el Destripador ha vuelto a atacar.

lunes, 9 de mayo de 2011

Marcha por la paz: palabras del EZLN

La Jornada


Hermanas y hermanos:
compañeras y compañeros:

Hoy estamos aquí miles de hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional para decir nuestra pequeña palabra.

Hoy estamos aquí porque personas de corazón noble y dignidad firme nos han convocado a manifestarnos para parar la guerra que ha llenado de tristeza, dolor e indignación los suelos de México.

Porque nos hemos sentido llamados por el clamor de justicia de madres y padres de niños y niñas que han sido asesinados por bala y por la altanería y torpeza de los malos gobiernos.

Porque nos sentimos llamados por la digna rabia de las madres y padres de los jóvenes asesinados por bandas criminales y por el cinismo gubernamental.

domingo, 8 de mayo de 2011

Mexicanos perdidos en México

Damián Huergo
Rebelión


Durante el último tiempo se volvió un lugar común decir que México es un país que sólo puede ser bien narrado por extranjeros. Para solventar la tesis señalan obras consagradas como 2666, de Bolaño, o Bajo el volcán, de Lowry. En la otra vereda, como si hubiesen asumido el desafío, varios escritores mexicanos contemporáneos (algunos con mayor talento que otros) publicaron libros hiperrealistas sobre el narcotráfico, la corrupción del sistema político o el machismo asesino, entre otros temas cruciales que cambiaron la tipología de su país. Es en este contexto literario y social donde irrumpe el escritor norteño Carlos Velázquez (1978) con su particular maquiladora literaria, capaz de mezclar las crónicas de Pedro Lemebel con los films de Santiago Segura, y crear una literatura que piensa y hace pensar a su sociedad desde el lado que más la repugna: la responsabilidad propia, la que está adentro, en el repulgue de cada uno de sus nobles ciudadanos.

Velázquez lleva publicados los libros de cuentos Cuco Sánchez blues (2004) y La Biblia Vaquera, festejado en el 2009 por la crítica de su país. En lo que va de su corta producción literaria, el autor nacido en Coahuila se las ingenió para retratar la realidad mexicana sin caer en los tópicos de la “narcoliteratura”. Una de las claves –mejor dicho aciertos– de su obra, fue asumir que para narrar un país que naturaliza la decapitación de mujeres el único realismo posible es el absurdo y la ironía que incomoda. Es en está línea como debe leerse La marrana negra de la literatura rosa, su último libro. En los cinco cuentos que lo integran no figuran –por lo menos en el primer plano de las historias– narcos ni sicarios ni políticos corruptos. En cambio, sí desfilan novias ambiciosas que ponen a sus parejas a dieta de cocaína para bajar de peso, travestis desesperadas, estrellas de rock con síndrome de Down y otros personajes de los submundos mexicanos que por estar ocultos no son menos reales o miserables que los que aparecen en las páginas de policiales.

Como todo buen escritor satírico, Velázquez ridiculiza los temas en boga que circulan en los discursos cotidianos y literarios de su país. Uno de sus blancos preferidos es el machismo. En perlas con nombre de slogan publicitario como “No pierda a su pareja por culpa de la grasa” o en “La jota de Bergerac”, Velázquez alinea un ejército de chicas Almódovar que –habituadas a los ataques de nervios– manipulan a los hombres para agredir a su propia madre o para usarlos de medio en su venganza de género. Con absoluta libertad, Velázquez maneja recursos de la sátira y del humor mordaz para construir efigies masculinas que luego serán destruidas con movimientos o palabras sutiles. Tal es el caso del cuento que le da nombre al libro, donde un machote mexicano sale del closet luego de que su marrana negra le endulce el oído con novelas rosas; o en el magistral “El club de las vestidas embarazadas”, donde el hilo del absurdo se tensa al máximo al transformar a un marido infeliz en un bebé-adulto en pañales amamantado por una travesti.

A pesar del fuerte color local que tiene la obra de Velázquez, su trabajo tiene parangón con otras plumas latinoamericanas como Andrés Caicedo, Junot Díaz, Gustavo Escanlar, Pedro Lemebel o Washington Cucurto. En común tienen el uso de lenguajes en tránsito y de cierta sinceridad sin anestesia para masticar vacas sagradas. Además, comparten la construcción de personajes fuertes que funcionan como una continuidad de sus contextos sociales, restando así lugar a distinciones binarias como exterior-interior, individuo-sociedad u otras trampas del pensamiento.

La marrana negra de la literatura rosa cumple el rol de ser el embajador de la literatura de Velázquez en la Argentina. Sólo cinco cuentos le bastaron al escritor norteño para probar que México puede ser bien escrito por mexicanos. Y, sobre todo, para mostrar que una tierra en llamas no siempre es conveniente narrarla desde las cenizas.

Isaac Asimov

http://www.youtube.com/watch?v=5U6xXqElj08&feature=related

sábado, 7 de mayo de 2011

La violencia matriz

Muy de acuerdo con lo planteado por HH sobre todo cuando señala que para comprender la violencia hay que mirar la estructura social. La marcha contra la violencia encabezada por Javier Sicilia omite señalar que la balacera sirve como cortina de humo para ocultar la verdadera violencia, esa que se expresa en la muerte en vida, o sea una vida sin presente y que da por cancelado todo futuro.

Si, me refiero a la violencia expresada en la discriminación y el racismo, que hacen posible tragedias cotidianas en los lugares de trabajo, como nuestras minas o mejor dicho agujeros en la tierra, sin ninguna consideración por los que se la rifan bajando todos los dias; en la trajinar de miles de personas para acceder a un trabajo, aunque sea a miles de kilómetros de sus lugares de origen a pesar de saber que se juegan un volado con su pellejo; en el saqueo sistemático de los bienes públicos por parte de unos cuantos con impunidad garantizada y fotos en los periódicos todos los días; en la muerte por falta de atención médica mínima; en la asfixia de las deudas impagables que arrasan con familias y dejan una marca indeleble en los que la sufren.

Si, me refiero a esa violencia que no mata de un tiro, en caliente, sino que te mata en vida, te deja vivo pero sin ninguna salida, que te obliga a soportar la explotación y el robo sin omitir una queja, que te mata poco a poco. Si, en esa pobreza que le roba toda la dignidad a un ser humano como para salir a la calle con otros para denunciarla, como para poder imaginar que otro mundo es posible.

No es mi intención descalificar la marcha por la paz pero le falta sal, le falta mirar para abajo, le falta mirar y no solo ver. Le falta mirar que las causas de esta guerra contra la población de este país, sobre todo de los más pobres, residen precisamente en la desigualdad, en la vulnerabilidad de la mayor parte de la población, en el espíritu empresarial-criminal (pleonasmo evidente pero invisible para muchos) ¿Hasta cuando se van a seguir haciendo marchas sólo cuando muere alguien visible para el poder, sean martís o sicilias? Insisto, peor es nada, pero habrá que aprovechar la movilización para poner el dedo en la llaga: la violencia matriz es la explotación, la pobreza, la impunidad. NO hay que olvidarlo. Los narcotraficantes son empresarios ilegales, como los piratas isabelinos. La línea que separa a los legales y a los ilegales no existe mas que en nuestra imaginación. Asi que pongámolos en el mismo saco y denunciémolos por igual. ¿Que podemos perder? ¿El miedo?

viernes, 6 de mayo de 2011

Seguridad Nacional

En esta ocasión, el circo de la democracia nos hizo un favor: el teatro en el que está convertido nuestro honorable Congreso de la Unión, las luchas internas entre los clubes políticos y la búsqueda incesante de apoyo popular con miras a las elecciones del año entrante logró frenar reformas que parecen ser inminentes, tomando en cuenta el contexto de crisis económica y de seguridad que nuestro país atraviesa.

Nuestros dignos representantes electos concluyeron el día viernes el segundo periodo ordinario de sesiones, sin lograr consenso alguno en cuanto a la aprobación de las reformas en materia de seguridad nacional, política o laboral.

Ojo: no por que no sea la intención pasarlas, sino por que asumir el costo político a escasos meses de elecciones nacionales sería contraproducente frente a las aspiraciones electorales de los involucrados.

Desde el punto de vista de Calderón, Washington y todos aquellos empecinados en llevar esta absurda guerra a sus últimas consecuencias, la reforma en materia de seguridad nacional es de crucial importancia: dotar al Ejecutivo de facultades extraordinarias en el asunto, y lograr una completa militarización del país, apoyados siempre por las gloriosas fuerzas intervencionistas estadounidenses y el capital proveniente de Washington, es esencial para el “éxito” de la “estrategia”.

En un país cuya sociedad se encuentra cada vez más desgarrada ante el incesante aumento de la violencia en todos los sentidos de la palabra, parece ser que la solución de nuestros sesudos gobernantes es llevar la violencia al extremo, al punto que se extermine alguno de los dos bandos supuestamente enfrentados, o simplemente no quede país alguno al cuál Calderón sienta la cruda obligación de defender a capa y espada.

Violencia que se ve reflejada en nuestras vidas de manera cotidiana, y no solamente por parte del crimen organizado, como se nos pretende hacer creer, sino en toda una estructura social que se resquebraja ante la amenaza a los derechos más básicos del hombre. Violencia que no pasa solo por el temor a salir a las calles, sino también por la indiferencia ante la magnitud del problema. La solución al problema, por tanto, no pasa por la vía de las armas, sino por la modificación misma de esas estructuras sociales que han hecho del crimen organizado una forma de vida. El uso desmedido y sin razón de las fuerzas armadas en un conflicto de esta naturaleza no hace sino exacerbar la problemática.

Desafortunadamente, decenas de muertos día tras día no aparentan ser razón suficiente para que se reconsidere la estrategia utilizada hasta el momento; todo lo contrario: Calderón insiste en mantener y aumentar la presencia militar por el resto del sexenio, y ni por equivocación los aspirantes a la Presidencia el año que viene sugieren se retire al Ejército de las calles. Por otro lado, la presencia militar y financiera de los Estados Unidos en el supuesto combate al narcotráfico se hace cada vez más tangible y por ende, cada vez mas irreversible: 500 millones de dólares serán entregados al gobierno mexicano antes de terminar el presente año, sumados a los 400 millones entregados en “equipo y entrenamiento” (queda investigar si las armas que formaron parte del operativo Rápido y Furioso son parte del paquete o se venden por separado). En otras palabras, es el precio que pone la administración de Calderón para poner en riesgo la seguridad de un país entero. Peleamos así una guerra que no nos corresponde, pero quedamos bien con los gringos. Mejor trato, imposible, ¿no?

El asunto de seguridad nacional debe ponerse en el centro de la discusión, mas no para aprobar o no una reforma que faculte al Presidente de hacer lo que se le dé la gana con el Ejército, sino para exigir que el Gobierno Federal asuma la responsabilidad de una estrategia fallida por donde se le vea, y se plantee la necesidad de un cambio en la misma.

De no ser así, las elecciones del año que viene servirán, como todas las anteriores, para no cambiar absolutamente nada gane quien gane. Lo cual, en la situación que nos encontramos como país, no suena nada bien.

Marcha Nacional por la Paz

Apreciablemente crispado; víctima de su inocultable desprecio por el desafío; rehén de sus desvaríos autoritarios. Así luce en el presente el infinitamente pequeño capo del entrepeneurship mexicano, Felipe Calderón. Ansioso, evasivo, refugiándose tercamente en “zonas de seguridad”: reuniones con empresarios, eventos protocolarios, entrevistas con aliados mediáticos, beatificaciones teatrales. En una palabra, paroxismo histérico.

El referido desasosiego presidencial nos remite obligadamente al actual ríspido clima nacional. La Marcha por la Paz en curso, que arrancó en Morelos y cuyo destino final es el zócalo de la capital, ha despertado gran temor en los círculos gubernamentales. Naturalmente, esta inquietud no es gratuita: circulan demandas que expresan censura y desafío a las autoridades.

Parece que la confrontación de enfoques será inevitable. Así lo revelan las últimas declaraciones de Calderón Hinojosa. Nótese la naturaleza inflexible de sus palabras: "Ante este enemigo hay quienes, de buena o mala fe, quisieran ver a nuestras tropas retroceder, a las instituciones bajar la guardia y darle simple y llanamente el paso a gavillas de criminales. Yo les digo que eso no puede y no va a ocurrir, porque tenemos la razón, porque tenemos la ley, y porque tenemos la fuerza vamos a ganar”.

Más allá de que este discurso bien lo pudo haber pronunciado George Bush o el otrora dictador Hosni Mubarack en los instantes previos a su agonizante caída o en todo caso cualquier fanático del maniqueísmo místico (el bien y el mal), es importante tomar nota de estas palabras que precedieron el arranque de la Marcha, para así anticipar la postura presidencial al término de la misma.

Si el poder constituido (¿fetichizado?) no está en la disposición de acordar con el poder instituyente (la sociedad), entonces, en tal caso, habría que presentar en el contexto de la Marcha Nacional, y como propuesta de primer orden, la remoción de la “gavilla de criminales” que detentan el poder.

Ofrézcole al lector algunos razonamientos que pudieran dotar de solidez y vigencia la demanda referida.

1. El operativo Rápido y Furioso puso de manifiesto la complicidad de Estados Unidos y las autoridades mexicanas (Felipe Calderón incluido) en lo concerniente al trasiego ilegal de armas en territorio nacional. Sin este arsenal los cárteles no podrían operar a sus anchas. ¿Por qué el Estado mexicano no detiene el flujo de armas?

2. Se sabe que el Banco Wachovia, con sede en Estados Unidos, permitió lavado de dinero del narcotráfico equivalente al 33% del PIB de México (378.4 mil millones de dólares). Si el Estado dice combatir al crimen organizado, ¿Por qué no ataja las redes y circuitos financieros de los cárteles para restringir al máximo su operatividad?

3. El lingüista y activista estadunidense, Noam Chomsky, confirma que en México no hay tal cosa como una estrategia de combate a las drogas. El intelectual hace uso de un razonamiento impecable: En México, dice Chomsky, como en varias partes del mundo, se emprendió una campaña para combatir el tabaquismo que resultó extraordinariamente eficaz, dado que se le abordó como un problema de Salud Pública (concientización de la sociedad, programas de incentivos, prohibición para fumar en espacios públicos etc.) y no como un problema de Seguridad Nacional. El combate al narcotráfico vía militar, arguye Chomsky, es una estrategia para desestabilizar países y potenciar las ganancias del narcomenudeo. La ONU confirma: “cada año los ‘señores de la droga’ ganan la asombrosa cifra de 320,000 millones de dólares”.

Juzgue usted, lector… Parece que es tiempo de ir puliendo las demandas.

Redefiniendo la política III

Creo que ha quedado claro que la redefinición de la política pasa por derribar sin miramientos las concepciones que se han venido sucediendo a lo largo de más de veinte siglos; acabar de una vez por toda con las esperanzas de que el estado y sus funcionarios son la solución al problema y verlos mejor como parte del problema; y sobre todo dejar de pensar que sólo es una cuestión de ajustes democráticos al ejercicio de gobierno.

En este sentido salta la pregunta: ¿qué impacto tendría en nuestra vida cotidiana el dejar de tener esperanzas en los ´beneficios’ de la política institucional? Al menos podría señalar dos elementos que habría que considerar. Uno sería utilizar un concepto diferente para apartarnos de la política entendida como el uso y fortalecimiento del poder. El otro consistiría en asumir que, para empezar a cambiar las cosas, habrá que dejar de seguir esperando a que alguien lo haga por nosotros, nos guíe y nos indique el camino hacia el paraíso perdido.

La propuesta de un concepto diferente resulta obligada porque, dadas las circunstancias y el enorme poder mediático de los poderosos y sus empleados al interior del estado, sería prácticamente imposible anular de un plumazo la larga tradición del significado de la política como sinónimo de poder, dominación y sometimiento. Así que para empezar se podría hablar entonces de contrapolítica. Este concepto tiene la ventaja de utilizar la inercia de la visión tradicional de la política y de su crítica directa, pues no se trata de negar las desigualdades sociales aceptándolas como una calamidad eterna e insoluble, o peor aún, caer en los brazos del escepticismo condescendiente con pretensiones filosóficas. La contrapolítica se erige entonces como el antídoto para protegernos de las falsas esperanzas excretadas por los políticos todos los días sin renunciar a concebir un mundo diferente, un mundo nuevo.

El segundo elemento que hay que incorporar a nuestra cotidianeidad es la confianza en nosotros mismos para interpretar el mundo, la emancipación de todas las interpretaciones externas a mí. Habrá que partir de la confianza en uno mismo, de la igualdad de las inteligencias que nos permitiría atrevernos a saber, tener el valor para usar la propia razón, como recomendara hace mucho tiempo el gigante Baruch Spinoza: sapere aude. Esto no quiere decir que descalifiquemos las interpretaciones de los demás sino que las pongamos en comunicación con las nuestras. Después de todo, lo que se me ocurre está en un contexto determinado y sin duda alguna influenciado por él. La clave reside en escucharnos primero a nosotros mismos, en tener confianza en nosotros en lugar de esperar que alguien se apiade de mí y me resuelva el problema.

La represión de los poderosos está sistemáticamente dirigida a aquéllos que se atreven a disentir, a pensar por sí mismos, a explicarse el mundo por sí mismos. Primero los ignora, luego los ridiculiza, los difama o los compra; si nada de eso funciona entonces simplemente los elimina. Son una amenaza inadmisible a su poder. La historia está plagada de ejemplos.

jueves, 5 de mayo de 2011

¿Por qué vivimos en este país que se está cayendo a pedazos?

Estoy viendo los mapas de la marcha por la paz de Javier Sicilia. Es 5 de mayo. En Estados Unidos celebran la fiesta mexicana como la fiesta irlandesa el 17 de marzo.

Aquí comienza la marcha de nuevo. Hace más de 40 años a las marchas les dispararon. Esta vez no será mejor.


Las cosas están hechas para no cambiar.

A nadie le importa. Las calles están repletas, los automóviles siguen su curso. Se cumplen horarios, relativamente. La marcha comienza…

Ha de terminar en unos días.

Todos vamos a estar ahí.

La solemnidad nos da una etiqueta indestructible…

pero todos estamos en esa marcha.

martes, 3 de mayo de 2011

Que se vayan todos

John M. Ackerman
La Jornada

Los analistas y medios de comunicación de siempre empiezan ya a edulcorar y unificar el mensaje de la marcha multitudinaria del próximo domingo 8 de mayo en solidaridad con Javier Sicilia. Con el fin de reducir los daños para Felipe Calderón y su gobierno, las imágenes y reportajes que desde ahora se preparan resaltarán las expresiones de rechazo a los criminales y la corresponsabilidad de la sociedad. El repudio directo al gobierno y su fallida estrategia bélica recibirán un trato marginal, y se buscará relacionar estas expresiones con oscuros intereses políticos” o simplemente descalificarlos como “grupúsculos de resentidos sociales”. El objetivo será construir una escenografía para que Calderón salga al día siguiente a “reconocer la gran importancia” de la manifestación y por enésima vez se comprometa a “trabajar con la sociedad” en la búsqueda de soluciones a la violencia.

El peligro es que se redite la historia de hace tres años en que, a raíz del secuestro y asesinato de Fernando Martí, se firmó en Palacio Nacional el famoso Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad que, más allá de haber sido anunciado con bombo y platillo, ha sido completamente inútil e inservible. Desde la firma del acuerdo por todos los gobernadores y secretarios de Estado, así como figuras tan desacreditadas como Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps, la situación de inseguridad solamente ha empeorado.

La sociedad está cansada de “pactos” vacíos y expresiones estériles de “buena voluntad” de los gobernantes. Habría que superar la etapa de exigencias generales para elevar de manera directa los costos de aquellos gobernantes que no cumplen con su deber. Los políticos y altos funcionarios solamente cambiarán su comportamiento si empiezan a ver que la sociedad puede castigarlos.

Para que la marcha del domingo tenga un impacto real y un efecto detonador expansivo, los que participaremos en ella estamos obligados a utilizar todos los medios a nuestro alcance para dejar en claro que nuestro reclamo principal es hacia el total fracaso de la clase gobernante, y de Calderón en particular, para asegurar condiciones básicas de paz y seguridad. Un “¡ya basta!” a los criminales no serviría absolutamente de nada, ya que los delincuentes no tienen ninguna obligación con nosotros, a diferencia de nuestros gobernantes y representantes, que en teoría están a nuestro servicio.

Asimismo, no podemos ser tan ingenuos como para simplemente exigir a las autoridades que ahora sí cumplan con su deber, sino que habría que exigir la inmediata destitución de todos los altos mandos involucrados en esta guerra criminal tanto a escala federal como en los gobiernos estatales, empezando, por supuesto, con Genaro García Luna, Guillermo Galván y el propio Calderón. Estos funcionarios han estado ya bastante tiempo en el gobierno y han demostrado que son incapaces de asegurar la paz social.

Es hora de que se vayan a casa. Esperemos que este domingo, junto con la poderosa consigna “No + sangre!”, también se multiplique aquella consigna histórica del pueblo argentino para repudiar al conjunto de su clase política: “¡Que se vayan todos!”

Pero, más allá de exigir la renuncia inmediata de los funcionarios responsables, también habría que iniciar procedimientos de juicio formal contra los responsables de esta sangrienta historia. De otra forma, solamente reproduciríamos el sistema simulado de “rendición de cuentas” típico del régimen del partido de Estado en que, ante una crisis o tragedia nacional, algún alto funcionario ofrecía su cabeza para apaciguar el reclamo social.

Habría que iniciar desde ya una diversidad de juicios en tribunales nacionales e internacionales contra Calderón, García Luna, Galván y otros funcionarios por su responsabilidad directa en la muerte de casi 40 mil ciudadanos inocentes durante los últimos cuatro años. Existen casos particularmente evidentes de ejecuciones extrajudiciales cometidas por la fuerza pública, como el de los estudiantes del Tecnológico de Monterrey y el de los hermanos Martín y Bryan Almanza, en Tamaulipas. Pero, estrictamente hablando, cada uno de los 40 mil muertos es inocente, hasta que un tribunal demuestre lo contrario, y en todo caso a ningún criminal se le puede aplicar la pena de muerte, dado que esta figura está explícitamente prohibida por el artículo 22 de la Constitución.

Probablemente es cierto que un gran porcentaje de las personas materialmente responsables por los asesinatos tengan alguna vinculación con el narcotráfico, aunque sin duda el número de 90 por ciento manejado por Calderón es una exageración. Sin embargo, también es cierto que una enorme cantidad de los sicarios, probablemente más de 90 por ciento, también tiene algún vínculo con las autoridades gubernamentales. Si no se persigue esta complicidad hasta los más altos niveles, la lucha por la seguridad pública estará condenada para siempre al fracaso.

La articulación de un claro mensaje de repudio hacia Calderón y de exigencia de rendición de cuentas a la clase política en general no emerge de odios personales hacia el Presidente o de algún “resentimiento” político, sino de la ineludible necesidad de dar un ejemplo simbólico de que por fin existe la posibilidad de acabar con la impunidad que impera en el país. Hace falta instaurar un parteaguas histórico, un antes y un después, para que se inicie desde ya la construcción de una nueva república. Así ha ocurrido recientemente en numerosos países del mundo, y de manera destacada en Medio Oriente y Sudamérica, que, como México, también tienen instituciones públicas corruptas e ineficaces. ¿Por qué México tendría que ser la excepción?

Péguele usted con el dedo índice al escritorio de un burócrata y verá lo liberador que es

La lectura es liberadora. Cuando la imaginación se echa a volar somos capaces hasta de llegar a la Luna. Incluso a Marte, ¿por qué no? Pero al final lo importante es construir un criterio personal, y bueno, mantener sus afinidades políticas, religiosas, literarias e intelectuales hasta donde le plazca a cada quién.

Hasta ahí los moderados.

Hay también la posibilidad de llevar al extremo todo y partir de la duda primigenia, aquella en la que después de aceptar nuestra existencia y tenerla asegurada, nos lleva a querer participar activamente en lo que podríamos llamar eufemísticamente, los asuntos de la comunidad.
Dudo, luego existo dijo el célebre ensimismado y varios siglos después los emprendedores lo siguen alabando, tanto como desprecian públicamente al que les dio la mejor explicación del proceso económico: el célebre comunista.

Quizá a Diógenes le hizo falta colgarse un letrero que dijera: no soy responsable de mis actos, para que la usura desmedida tuviera algún argumento filosófico. Pero no los tiene. Sólo tiene, por ejemplo, a la Biblia o a la Constitución para justificarse.

Jamás habré de considerarme un jurista ni siquiera un constitucionalista titulado pero me parece grave la situación de que un libro que se supone tan importante para la vida –como la Biblia– no termina sirviendo más que de registro histórico de las barbaridades de los políticos.

Será que aquellos libros que se suponen tan importantes para la vida en verdad no lo son?

Tanto la Constitución como la Biblia son libros conservadores, que no les gustan las tachas ni las enmendaduras en su objetivo primordial: que las cosas sigan exactamente como están para los políticos y los curas y sus mecenas.

?Si no cómo sería capaz la Biblia de motivar los más oscuros pensamientos del padre Maciel? ¿Si no cómo sería posible que un analfabeta como Fox haya hecho enmiendas a la Carta Magna?

Ahora sí.

Para no llegar al anarquismo –tan terrible– deberíamos caer en una efervescencia legalista, en la que cada individuo sea una Constitución en sí mismo, y cumplir con los requisitos simples y sencillos del autoplebiscito y la regulación de la desregulación de los asuntos constitucionales.

Desde las altas oficinas de los rascacielos nos están diciendo que lo que han logrado –concentrar las ganacias de todo el mundo en bolsas de valores– solamente genera crisis recurrentes. Sobre todo porque desde esas oficinas –y con sus aviones, y sus teléfonos, y sus armas– presionan a los países como el nuestro, en el que eso que llamaremos eufemísticamente como el pueblo, aun no le interesa participar de los que ya había llamado, los asuntos de la comunidad.

Pero no vaya usted a creer, agraciado lector, chapeteada lectora, que si en países como el nuestro el pueblo no participa en los asuntos de la comunidad no es por apatía o falta de interés personal, es precisamente porque ni siquiera tiene satisfechos los asuntos personales, llámense alimento todos los días –de preferencia de 3 a 5 comidas (ja)–, trabajo bien remunerado (jaja) y una vida digna (lol.

Y este precisamente sería un momento muy adecuado para que los artistas –usando su extraordinaria imaginación– y el arte –aquél que parece un invento– transformen las cosas.

No se trata aquí de incitar a la revuelta, sino a la reflexión. El poder funciona concentrado, centralizado, pero sólo para algunos, para muy pocas personas.

La pregunta que tengo es cómo puede ser diferente. La respuesta debe salir de la imaginación, y no de los partidos políticos.

A la imaginación la echa a volar la lectura. También el hambre, la infancia, la vejez, la muerte y la vida misma es imaginación. Con la imaginación creamos ideas, conceptos… modelos, cosas. Transformamos el mundo que nos rodea: primero construyendo para los dioses y luego para nosotros.

Pasa lo mismo cuando a nuestra imaginación la utilizamos para el arte: creamos, y con la creación, transformamos.

Hace más de dos mil años crearon la Biblia. Hace más de 90 la Constitución Mexicana.

De un modo u otro, las cosas siguen igual.

lunes, 2 de mayo de 2011

¿Estado Fallido?

En el actual clima nacional de muerte, violencia y barbarie demencial, el lenguaje ha sido víctima de trastrocamientos premeditados a manos del poder que, a juicio de un servidor, conviene señalar y abordar metódicamente para evitar tropiezos de orden conceptual que típicamente conducen a análisis errados.

El Estado mexicano ha sido descrito una y otra vez, en distintos foros (destaca la revista Foreign Policy, fundada por Samuel P. Huntington, ideólogo calificado de la política colonialista estadunidense), como Estado Fallido. Si nos apegamos al estricto curso de los hechos y renunciamos a la evocación litúrgica de la verborrea “teórico-académica”, observaremos que el Estado mexicano lejos de constituir un Estado Fallido, permanece, en la práctica, como un Estado altamente exitoso.

Primero, es menester indicar que el concepto de Estado de Bienestar es una apreciable contradicción. Los Estados-Nación sólo conceden ciertos márgenes de prosperidad a ciertos estratos de la población cuando lo consideran pertinente para el funcionamiento de la economía nacional y global. Así, cuando el sistema económico mundial atraviesa periodos de estancamiento el Estado procede con el retiro ipso facto de los servicios de orden asistencial. En la actual crisis, los Estados europeos son la prueba más contundente de este ejercicio constitutivo (coercitivo) del aparato estatal.

Segundo, una de las funciones de los Estados fuertes (siendo el ejemplo más próximo Estados Unidos) es mantener políticamente endebles y socialmente desarticulados a los Estados débiles. En México, por ejemplo, las últimas dos administraciones han consentido onerosamente, acorde con su lógica intrínseca, el dominio extranjero en los asuntos nacionales. Aquí no hay duda del éxito del rol conferido al Estado mexicano, cuya operación orgánica ha sido perfectamente útil para la cristalización de los intereses geoestratégicos de Estados Unidos y para el posicionamiento del capital foráneo y la libre actuación –llámese lícita o ilícita– de la desquiciada lógica de la maximización de la ganancia.

Tercero, uno de los cometidos medulares del Estado (como concepto genérico) es contener y sofocar los conflictos de orden político-social al interior de sus demarcaciones territoriales, con el fin de evitar que obstruyan los circuitos de la economía global. Una vez más, el Estado mexicano, y sin exceptuar una sola administración sexenal, ha mostrado su incontestable eficacia en este rubro. Para muestra un botón: ante la creciente configuración de una resistencia social medianamente articulada, cuyo génesis remite a la incontenible narco-barbarie traída a México por cortesía del gobierno federal, el Ejecutivo, en conformidad con la exigencia que recae sobre el Estado (aniquilar la disidencia), ha convenido auto-conferirse facultades discrecionales para enfrentar mediante las fuerzas armadas “estados de conflictos o alteraciones diversas de mayor peligro para la seguridad interior”. En otras palabras, el propósito de las reformas en curso a la Ley de Seguridad Nacional consiste en liquidar, mediante el uso de la violencia, cualquier clase de desafió al actual establishment.

¿Estado Fallido? No lo creo. Acorde con las premisas operacionales antes referidas, parece justo calificar al Estado mexicano como un Estado apreciablemente exitoso.

En el contexto de la presente crisis social, el Subcomandante Marcos atinadamente observa: “Asistimos al strip tease del estado; el estado se desprende de todo, salvo de su prenda íntima indispensable, que es la represión”.