martes, 19 de enero de 2010

¿De quién es la culpa?

La muerte prefiere a los pobres, rezaba el encabezado de un diario francés después del tsunami que arrasó con las costas de Indonesia y Sri Lanka en 2005, tomando la vida de más de mil trescientas personas.

Absurdo sería pensar que alguien es culpable de dicha catástrofe natural, o de la acontecida el pasado 12 de enero en Haití. Sin embargo, no es casual que los más afectados por las mismas sean, efectivamente, aquellos que menos tienen. Y de ello si podemos señalar responsables.

Ahora que, por circunstancias desafortunadas Haití está en boca de todos, sabemos que se trata del país más pobre de todo el hemisferio occidental. Lo que no sabemos, y de lo que nunca se dice ni una palabra en los medios de comunicación (ni se dirá) es ¿por qué lo es?

La pobreza no es un desastre natural: es consecuencia de siglos de explotación que el territorio haitiano ha sufrido por parte de los todopoderosos imperios franceses y norteamericano por más de 500 años.

Breve historia de Haití: colonia española desde 1492, para 1540 su población indígena se consideraba virtualmente extinta, víctimas de la esclavitud, las enfermedades europeas y las matanzas. En 1764 Haití pasa a ser posesión francesa, la Perla de las Antillas, una de las posesiones francesas más valiosas dentro del Imperio francés. 40% del azúcar y 60% del café consumidos en Europa provenían de Haití.

Para 1791 había en Haití más de 790 mil esclavos africanos, por apenas 32 mil pobladores blancos, dueños por supuesto de tierras, minas y vidas.

De poco le sirvió a Haití ser la primera colonia europea en América Latina en obtener su independencia (1804), después de una rebelión de 400 mil africanos esclavizados contra sus amos blancos dueños de plantaciones de café y azúcar.

Desde su independencia, Haití es quizá el mejor ejemplo de la expansión de un sistema capitalista y de un imperialismo norteamericano que no le deja respirar: más de dos siglos de intervenciones militares, saqueo de sus recursos naturales y empleo de su mano de obra en los trabajos más inhumanos.

En 1984, el FMI forzó a Haití a liberalizar su mercado; las consecuencias son lógicas. En 1970 Haití producía el 90% de los alimentos que consumía. Actualmente importa el 55%. En 2008, ante la famosa crisis alimentaria, los alimentos subieron su precio en más de un 50%.

Que la cantidad de muertos en Haití ante el terremoto del pasado martes sobrepase las decenas de miles no es casual. En Puerto Príncipe, capital de Haití, es una ciudad de 900 mil habitantes. El 80% de los mismos vive en casas de adobe y barro, en condiciones de pobreza extrema.

Los 4 huracanes que en 2008 barrieron la isla cobraron 793 vidas humanas. En Cuba perdieron la vida 4 personas. La planificación y distribución de los recursos juegan un papel clave ante circunstancias como las presentadas el martes pasado. Por qué Cuba las tiene y Haití no, se lo dejo a usted.

Las mismas instituciones y gobiernos institucionales que hoy roban cámara anunciando su solidaridad con el pueblo haitiano son las que, aún antes del terremoto, tenían a Haití en la ruina.

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