sábado, 20 de junio de 2009

« ¿Qué pasaría si Irán invadiera México?», se pregunta Noam Chomsky

En una nueva cruzada contra el fundamentalismo demócrata, los ejércitos de Irán, Siria- Palestina y Egipto realizan ejercicios militares en las costas de Cuba y las Bahamas. Los vuelos de reconocimiento de la fuerza aérea de Marruecos se han extendido desde el Golfo de México hasta las costas orientales de Canadá.

Desde el atentado perpetrado por los ultrarradicales demócratas en la mezquita de Damasco, las repúblicas democráticas de Canadá y México se han convertido en los mayores obstáculos para la paz mundial, según el Sultanato de Irán. Los servicios de inteligencia de Pakistán, Argelia y Libia han hallado supuestos vínculos entre la célula terrorista “Democracia”, que organizó los ataques de la mezquita de Damasco, y los gobiernos de Canadá, México y, muy posiblemente, de los Estados Unidos. A pesar de que las repúblicas de Argentina, Francia y Gran Bretaña abogan enérgicamente por la vía del diálogo, los Sultanes de Medio Oriente han ordenado la invasión inmediata de Canadá. “Los terroristas demócratas de Damasco eran occidentales y eran financiados por la América del Norte. El mundo islámico debe tomar conciencia de que México y Canadá están avanzando rápidamente en el campo de las armas bacteriológicas, con las que podrían atacar a los emiratos de Cuba, América Central y Groenlandia. No podemos rendirnos ante el radicalismo demócrata. En este caso, la guerra es justa y noble".

En una veloz campaña, Canadá es ocupada por la Coalición de Irán, Siria y Egipto. El primer ministro Healey y varios miembros de la Cámara de los Comunes escapan hacia diversos puntos en Sudamérica. La facción musulmana canadiense se levanta, toma el poder, con la ayuda de la armada iraní y declara un nuevo emirato en Canadá.

Unos meses más tarde México, el supuesto fabricante de armas bacteriológicas, está en la mira de los ejércitos musulmanes estacionados en las costas de Belice. Las repúblicas de Argentina, Francia y Gran Bretaña condenan las acciones unilaterales de Irán y de la Organización del Tratado de Índico Norte (OTIN). Los intelectuales musulmanes moderados critican la invasión de Canadá y la campaña contra México: “se trata de una intervención militar injusta, cuyo objetivo verdadero son las reservas de petróleo de Canadá, de México y de los Estados Unidos, incluida Alaska. Todos sabemos que las reservas de petróleo de Irak, de Arabia Saudí y de los emiratos del Golfo Pérsico se agotarán en los próximos veinte años y es por eso que la OTIN busca asegurar el petróleo del continente norteamericano, cuya explotación está muy por debajo del nivel promedio internacional”.

Aún bajo críticas duras de las repúblicas democráticas y de los musulmanes moderados, el Sultán de Irán ordena la invasión de México y la captura del presidente mexicano. Rápidamente, la fuerza aérea marroquí realiza bombardeos masivos contra Cancún, Veracruz y Tampico, mientras que las tropas musulmanas desembarcan en las costas de la península de Yucatán. En pocos meses, un nuevo gobierno islámico es instaurado y el petróleo del Golfo de México queda resguardado por las tropas de ocupación.

“El próximo objetivo de los Sultanes de Medio Oriente son los empobrecidos y débiles Estados Unidos”, dicen los críticos de la política exterior de la OTIN. La necesaria campaña de difamación ya ha comenzado. Los Sultanes han acusado a los Estados Unidos de financiar a los terroristas liberales de las capitales económicas y financieras del mundo (Damasco, Ankara, El Cairo, Bagdad, Kabul y Trípoli). Además, ya circulan en los periódicos musulmanes las “pruebas” de que el gobierno estadounidense prepara armas nucleares en sus laboratorios de California. “La campaña de paranoia mediática antiamericana en el mundo musulmán es un mal augurio”.

“Varios miembros de la Organización de las Naciones Islámicas Unidas (ONIU), entre ellos el Califato de Roma y Al-Brasil, ya han protestado contra la política exterior de los Sultanes, al igual que las repúblicas de Argentina, Gran Bretaña y Francia. Aún así, sabemos que el peso de la ONIU y de las repúblicas es ínfimo –hecho que ya comprobamos con los casos de Canadá y México- por lo que somos pesimistas y no creemos que la devastación de los Estados Unidos y el consiguiente saqueo de sus recursos petroleros puedan evitarse”.

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