viernes, 22 de mayo de 2009

Good bye Platón

La ciencia política atraviesa por un doble proceso, por un lado de bifurcación y por otro, como consecuencia del primero, de degradación, de decaimiento. Pues cada vez se vuelve mas notorio, tanto a nivel praxis como también, y mas profundamente, a nivel teórico, la ruptura entre los preceptos de la ciencia política clásica y la ciencia política contemporánea. Pese a las múltiples percepciones que existen con relación a la política clásica (nadie pone en duda que haya sido empleada para legitimar y justificar toda una serie de circunstancias políticas), es innegable que esta rama de la ciencias humanas desempeñó, en diferentes tiempos y espacios, el papel de la “política crítica.” Y me parece que la ciencia política, sin esta función crítica, poco o nada puede aportar al estudio concienzudo de las ciencias sociales.

Cabe señalar que el ámbito en donde se observa con mayor amplitud y claridad el empobrecimiento analítico e intelectual de este campo, es, sin lugar a dudas, el académico. Cada vez con mayor rigor, las universidades promueven la revisión de teóricos adscritos a escuelas y corrientes disciplinarias tales como el conductismo, el racional choice (teoría de la elección racional), y toda una serie de escuelas metodológicas con una notoria propensión al análisis estadístico y cuantitativo. El resultado: la propagación del análisis instrumental, y la formación de estudiantes acríticos e indiferentes a los conflictos sociales. El fomento de la neutralidad, el eclecticismo, la “pertinencia” y la mesura en nombre de una pretendida objetividad, ha resultado profundamente pernicioso para el desarrollo de una visión inteligente y progresista de la ciencia política.

La parte ética y humanista que resaltaba con sumo énfasis la ciencia política clásica ha sido completamente anulada, para dar lugar a la “ciencia política libre de valores y éticamente neutral,” esto es, a la ciencia política contemporánea. Este paso hacia lo amoral y acrítico constituye, según la perspectiva dominante, la fuente de consagración de la política como ciencia; según la perspectiva de un servidor, el motivo de su inexorable decaimiento.

La difusión y exaltación de la neutralidad, el fomento del cinismo como valor único y omnipotente, la instrumentalización del análisis de los procesos, la ruptura con los preceptos básicos de la política clásica, el nulo acercamiento a la crítica política y social, son las causas del estancamiento y fracaso definitivo de la ciencia política en el mundo del pensamiento teórico y el quehacer científico.

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