martes, 22 de diciembre de 2009

Me dejó una chiva, una burra negra…. y una buena suegra

Se va el 2009 y sin duda no será un año fácil de olvidar, por supuesto si es que no lo supera en calamidades el que le sucede; cosa que muchos pronostican, a pesar de las muchas campañas televisivas en las que el Gobierno Federal se empeña en hacer creer a la opinión pública que en el país ya todo marcha de maravilla, más pacífico y tranquilo que Disney World, según ellos.

Y es que si miramos hacia atrás un poquito, sin el afán de inyectarle a usted, estimado lector, un ánimo pesimista, podemos ver lo que este “bonito” año nos ha dejado en materia social, política y económica; como dijera un sabio maestro y camarada: “puras pérdidas y ninguna perdida”.

Desempleo, la continuación de un añejo proyecto de desfalco a los bienes nacionales con el disfrazado nombre de “reforma energética”, paranoia y miedo en su modalidad de influenza a h1n1 (seguimos sin saber si fue Obama el que infectó a Calderón y éste a su vez a los puercos), la aferrada intromisión del sector empresarial en la política, la cada vez más creciente ola de delincuencia y violencia, la moralinísima penalización del aborto en algunos estados, con su consecuente propuesta para llevarlo al Congreso Federal, el cierre de Luz y Fuerza del Centro, la muy democrática reforma fiscal, el regaño de Fernández Noroña a los diputados, sin olvidar otros acontecimientos, quizá menos importantes pero no menos grotescos y ofensivos, como el lanzamiento al estrellato televisivo de “Chucho” Ortega .

En materia local no podemos dejar de mencionar el espectacular cierre de año que nos han ofrecido con su voracidad los elementos de tránsito en estas fechas, que al parecer no cobraron aguinaldo y andan extorsionando hasta el que no la debe; la brillantísima idea de cambiar el curso de los carriles de las avenidas 20 de noviembre y Américas. En fin, puras cosas dignas de recordarse.

Lo que a todas luces arroja nuestra mirada retrospectiva es que a la clase política el pueblo le interesa poco y esto cada vez es más patente; sin duda, los acontecimientos ocurridos, sobre todo en este año, lo corroboran.

No obstante, sin el afán de invitarlo a ser indiferente y convertirse en un consumado individualista, como tantos hay que sangran y explotan el patrimonio comunal, le deseamos que haya disfrutado en su diario y cotidiano acontecer y que lo siga haciendo en el año venidero.

Como dice la canción: “el mundo es para siempre joven y el tiempo va”, aunque si vamos a hablar de canciones y de fin de año, espero que usted, al igual que yo, podamos entonar con mucho sentimiento esa que dice: “Ay yo no olvido al año viejo…” aunque sólo sea por eso de la chiva y la suegra, en fin, cosas muy bonitas. Felices fiestas.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Si el clima fuera un banco…

Desde el 7 de diciembre pasado, delegaciones de 193 países se encontraban reunidas en Copenhague para la 15ª Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Mientras que el mundo esperaba que el resultado no fuera el mismo de las 14 anteriores, miles se dieron cita en dicha ciudad para demandar soluciones reales a los problemas ambientales del planeta.

Más de 40 mil personas en las calles, según las cifras oficiales. No me atrevería por supuesto a acusar al democrático estado danés de represor, pero por circunstancias del destino más de un millar fueron a parar a la cárcel. Historia aparte.

“Si el clima fuera un banco ya lo hubieran rescatado” y “No cambien el clima, cambien el sistema” eran dos de los mensajes que se leían en las pancartas de aquellos que osaban protestar contra la cumbre.

Y aunque confieso no ser seguidor de las causas ambientalistas que, en el mayor de los casos, me resultan tremendamente hipócritas, siendo Al Gore y su incómoda verdad los mejores ejemplos (su premio Nobel solamente refuerza mi argumento), la realidad es que el problema del calentamiento global va más allá de sus implicaciones ambientales: tiene que ver, en primer lugar, con un sistema económico que solamente puede ser definido como depredador.

Un sistema que ha propiciado que los países ricos hagan de los que se encuentran en vías de desarrollo lo que a sus intereses convenga (“los países en desarrollo son aquellos arrollados por el desarrollo ajeno”: Eduardo Galeano).

Según datos de las Naciones Unidas, los países en desarrollo envían a los desarrollados, a través de relaciones comerciales y financieras desiguales, más de diez veces lo que reciben por concepto de ayuda externa.

En el caso del medio ambiente, los modelos de producción a gran escala propios de un sistema capitalista bombardean a la atmosfera un volumen de gas que duplica la capacidad de absorción natural que tiene la misma. Industria, deforestación, fertilizantes, las mafias que controlan la producción de energéticos (petróleo principalmente), la lógica de acumulación que exige maximizar las tasas de ganancia, corporaciones que, sin regulación alguna, operan sin otra cosa en la cabeza más que su rendimiento.

Todo ello provoca el famoso efecto invernadero y un aumento en la temperatura de la superficie terrestre. Y ante una sociedad cuyo valor primordial es el consumo, mantener y aumentar un cierto nivel de producción es mucho más importante que el planeta mismo.

Esperar una solución de fondo por parte de los principales beneficiados del sistema sería, por decir lo menos, bastante ingenuo.

La única diferencia entre esta cumbre y las anteriores es que los Estados Unidos ya no están solos. A la reticencia de los norteamericanos a firmar un documento vinculante, se suma ahora la del famoso BRIC, grupo conformado por los cuatro pases con mayor crecimiento en los últimos años. Brasil, Rusia, China e India no tienen mayor responsabilidad que la de seguir fortaleciendo sus capitales nacionales, así sea en detrimento de la mayoría de la población de sus propios países y del resto del mundo.

El Secretario General de la ONU, con el cinismo suficiente, declaró que “los países en desarrollo tendrán que ceder en sus aspiraciones de alcanzar un acuerdo sobre el dinero que deben pagar los países ricos para combatir el calentamiento global”. Más de la mitad de los participantes en la cumbre la abandonaron o desistieron de firmar el documento final: un documento lleno de buenas intenciones, sin objetivos específicos y, por supuesto, sin ningún peso legal, que de nada servirá.

Es difícil pensar en una solución real al problema, cuando el propio sistema se ve obligado a producir cada vez más y más. Quizá la solución tendría que venir de otra parte, no de las cúpulas que nos gobiernan. Quizá es hora de empezar a pensar en cambiar el sistema, como rezaban las pancartas en Copenhague, mientras estamos a tiempo.

viernes, 18 de diciembre de 2009

La ideología estadounidense (segunda parte)

Bien podríamos decir que el común denominador de las personas entiende por “superación” y “crecimiento” la consecución de un estilo de vida semejante al “american way of LIE”. La ideología estadounidense ha logrado conquistar los corazones de propios y extraños, de niños y viejos, de pueblos y comunidades enteras. Cuando en la conciencia colectiva la idea del mejoramiento de vida esta íntimamente vinculado a la abundancia material y la opulencia, a la capacidad de consumo y la notoriedad, la sociedad –y los individuos que la componen- se presta a aceptar mansa y dócilmente una ideología que satisface tales ambiciones, aunque su realización esté sujeta a ciertas prerrogativas y aptitudes.

Precisamente en este último punto es donde la ideología del declinante gigante ha obtenido los resultados más positivos y contundentes. Es tal el nivel de ideologización de la actual sociedad mundial (especialmente los estratos medios), que todo fracaso o descalabro personal se le atribuye al individuo a priori, a su incompetencia y/o limitación, y nunca a las deficiencias congénitas del sistema social. Aunque la religión sigue desempeñando un papel cardinal en las labores de consuelo, el individuo moderno (o posmoderno, que no es lo mismo, pero es igual) no encuentra tan fácilmente la manera de aliviar su insatisfacción. La ideología estadounidense, no obstante, ha logrado orientar esta frustración e impotencia acumulativas hacia la concreción de sus designios oníricos, y ha lanzado al mercado mundial el bálsamo curalotodo, redentor de los desdichados: libros y cursos de superación personal, autoestima y autoayuda. De pronto, el sueño del durmiente –inserto en el American Dream- llega a alcanzar niveles de absoluta parálisis mental: el individuo somnoliento ingiere píldoras aletargantes. Solo así, los individuos llegan a abrazar la absurda creencia de que lo importante y trascendente en la vida es combatir todo aquello que transgrede el autoestima, aunque esto implique pisotear al prójimo o degradar la integridad y dignidad personales.

Uno de los logros mas notorios (y peligrosos) de la ideología estadounidense ha sido la conquista de la confusión y la inversión de la lógica –de la ley causa-efecto, sobre todo en cuestiones de carácter público, social, político. La ideología estadounidense ve en la pobreza los males de la democracia republicana, en lugar de ver en la democracia republicana el germen de un pueblo oprimido. Lejos de ver en el mercado la causa de la descomposición social, la ideología estadounidense ve en la descomposición social la fuente de las fallas del mercado. La ideología estadounidense, en lugar de ver en el Estado la razón de las dolencias sociales, ve en las imperfecciones sociales las causas de la inoperancia de un Estado. Lejos de buscar en el capitalismo la explicación del comportamiento humano contemporáneo, la ideología estadounidense busca en la conducta manifiesta y en las ideas imperantes la exculpación del capitalismo: explica la Historia arrancando de presupuestos actuales, en lugar de explicar los principios reinantes a partir de la Historia.

Sin embargo, la Historia, aquella a la que ha manifestado un desdén persistente la ideología estadounidense, hoy nos advierte y previene del inminente desplome de los Estados Unidos. Una vez que pierda en definitiva su privilegiada posición en la economía mundial, es innegable que perderá igualmente su capacidad de difusión y convencimiento ideológico. Tal vez entonces la sociedad despierte del extenso y ominoso letargo en el que se halla sumergida, y recuerde acaso con vergüenza su otrora sonámbula y servil displicencia.

Ahora, si bien es cierto que hoy la cultura yanqui no es mas que un folklore moribundo, si bien es cierto que nos encontramos en el último tramo del ciclo del sueño, del American Dream, ¿será que esto signifique la antesala de una revolución de la conciencia y el pensamiento humanos? ¿Será que al fin los hombres procuraremos pautas de pensamiento más sensatas y plausibles, más verosímiles y francas? ¿O acaso recurriremos una vez mas a las fórmulas hipnóticas y enajenantes de milenaria existencia, de placentera esclavitud?

Las respuestas no las tengo, instruido lector. El futuro es intrínsecamente impredecible. Solo puedo decir que este humilde servidor, felizmente, ha abandonado la fase mas profunda del sueño. Y puedo imaginar que despertar y ver la luz del día será tan desconcertante como salir de un prolongado coma.

jueves, 17 de diciembre de 2009

La CIDH falla contra el estado mexicano

La espiral de violencia en las fronteras de nuestro país parece no tener fin, demostrando día con día que las autoridades han sido rebasadas, a pesar de las enormes cantidades de dinero que invierten en combatir al crimen organizado. Los feminicidios en Cd. Juárez están en el corazón de dicha espiral. Además de ser parte de la cada vez más abultada lista de asesinatos con violencia en dicha ciudad, han puesto en evidencia, una y otra vez, la misoginia de los cuerpos policiacos y de procuración de justicia pero sobre todo su ineficacia calculada, su desprecio burlón. Recordemos que el actual procurador general de la república fue procurador del estado de Chihuahua, donde se le recuerda por recomendar a las jovencitas juarenses inscribirse en cursos de defensa personal.

En este sentido, el reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el pasado 10 de diciembre, con respecto a los tres casos de mujeres encontradas sin vida en Campo Algodonero, colonia de la ciudad fronteriza, es un hecho histórico, pues nunca antes se había logrado una condena a los feminicidios de Juárez. Pero además, el fallo estipula que "El Estado deberá, dentro de un plazo razonable, investigar, por intermedio de las instituciones públicas competentes, a los funcionarios acusados de irregularidades y, luego de un debido proceso, aplicará las sanciones administrativas, disciplinarias o penales correspondientes a quienes fueran encontrados responsables" La CIDH realizará un seguimiento de las acciones emprendidas por el gobierno mexicano para evaluarlas. En caso de que el estado mexicano no responda satisfactoriamente, la CIDH informará a la Organización de los Estados Americanos (OEA) para que sea ella la encargada de presionar a las autoridades mexicanas para cumplir la sentencia.

Después de años y años de negligencia resulta difícil pensar que los asesinatos de mujeres se terminarán gracias al fallo de la CIDH. Hará falta la movilización de la sociedad civil –algo que parece tomar impulso en Juárez- y la transformación radical de las políticas de seguridad de Calderón para hacer frente al problema. Las condenas de organismos internacionales pueden ayudar, de eso no cabe duda, pero habrá que pensar que mientras la población en su conjunto se mantenga al margen de las políticas de seguridad, o peor aún, sea vista como sospechosa por parte de las fuerzas de seguridad (no encuentro otra explicación para las reiteradas violaciones a los derechos humanos denunciadas en todo el país, por parte de las fuerzas armadas) las cosas van seguir empeorando.

No hay que olvidar que las violaciones a los derechos humanos son las omisiones de las autoridades para garantizar la vida digna de los ciudadanos. Las consecuencias que resultan de esas omisiones degradan la vida cotidiana, rompen con el tejido social y demuestran la debilidad y negligencia de los gobiernos. El terror como forma de vida sólo beneficia a unos cuantos. La falta de protección y de respeto a los derechos humanos nos perjudica a todos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Participación

Pudimos observar hace poco en esta ciudad, Xalapa, como la movilización espontánea de miles de estudiantes en contra del aumento a las tarifas del pasaje urbano logró que los transportistas regresaran las tarifas a su precio usual. Es cierto, hubo otros intereses de por medio, hay popularidades y elecciones a cuidar, pero eso no demerita que el accionar de los jóvenes estudiantes haya puesto un alto a las intenciones de los concesionarios.

Golpearon los camiones, rompieron los vidrios, secuestraron las unidades. Cierto, y sin hacer una apología de la violencia, dígame usted: ¿hubiesen sido escuchados de otro modo? Hemos visto plantones “pacíficos” en la plaza que duran por meses, sin que nadie haga caso y los problemas nunca se resuelven.

Así como la democracia ha llenado los bolsillos de no pocos escritores y pseudointelectuales, “lo de hoy” es el rollo de la participación política.

¡Dejemos de ser súbditos y seamos ciudadanos!, nos repiten por todos lados. Nos cuentan de las maravillas que la supuesta participación de los ciudadanos ha logrado en países como Inglaterra, Estados Unidos, España, etcétera.

Y se olvidan de que la realidad en México es completamente distinta. De que las condiciones de vida difícilmente permiten involucrarse activamente en el accionar político. Difícil pensar en participar cuando se trabajan más de diez horas al día con salarios que, en los países que se empeñan en comparar con el nuestro, serían de risa.

Por el lado electoral, se supone que ejercer nuestro derecho al voto sería el primer paso para ejercer nuestros derechos políticos como ciudadanos. Y oh sorpresa, sabemos perfectamente que votar en rojo, azul, amarillo o blanco da exactamente lo mismo, a menos que nos llegue un cheque de esos colores. Ignoro a ciencia cierta para quien trabaja la clase política, pero estoy completamente seguro que no es para nosotros.

Después nos dicen que no basta con votar, que hay que ir más allá. Difícil dar un segundo paso cuando nos tropezamos en el primero, pero bueno. Que la participación política no debe ser una cuestión de un día cada tres años, sino un asunto de importancia permanente dentro de nuestra cotidianeidad. Suena bien, si en efecto pudiésemos hacer valer nuestras opiniones en las decisiones que toman desde sus pedestales nuestras ilustres autoridades. Si ese fuera el caso, estoy seguro de que el Ejército estaría ya de vuelta en los cuarteles, Carstens en los Estados Unidos donde seguramente se siente más cómodo y estaríamos convocando a elecciones ante la revocación de mandato a Calderón.

Las buenas conciencias dirán en seguida que soy un mal ciudadano (o un buen súbdito), que por esta clase de argumentos México está como está, etc. Quizá sea cierto, pero de esta “democracia” no me interesa formar parte.

De que hay maneras de cambiar la realidad de nuestro país, seguro que las hay. Pero estoy seguro de que la tibia participación política que proponen los best-sellers de ciencia política no lleva a ningún lado más que a la frustración. Existen por otra parte los movimientos sociales que, en estos tiempos de crisis (en plural), se han hecho manifiestos no sólo en nuestro país, sino alrededor del mundo.

El problema es que el accionar de los mismos sale de lo que se conoce como “políticamente correcto”, y son enseguida acusados de transformar el orden social y la tranquilidad de nuestra patria. Y el simple ejemplo de estudiantes manifestándose (refiriéndonos tan solo a su forma de hacerse escuchar) con enojo ante una decisión arbitraria demuestra su efectividad.


No se trata de un llamado a la violencia o a la guerra (dejémosle eso a Obama mientras recibe el Nobel de la paz.). Se trata simplemente de señalar que las instituciones que tenemos, esas que algunos se empeñan en mandar al diablo y otros en deidificar, no sirven ya para canalizar ninguna de las problemáticas sociales que nuestro colorido país enfrenta, por lo que buscar nuevas formas de enfrentar las mismas es, por decir lo menos, una actividad interesante.

sábado, 12 de diciembre de 2009

La ideología estadounidense (primera parte)

Los siglos XIX y XX arrojaron como protagonista en el escenario geopolítico y geocultural al “gigante” de Norte América: los Estados Unidos. El aporte inapelable de holandeses, franceses y británicos al desarrollo de una economía capitalista avanzada en la región septentrional del continente sirvió de base para la consolidación de Estados Unidos como centro y pilar del mercado global. El resultante de la conquista de la supremacía económica mundial, fue la conquista de la supremacía ideológica y cultural a escala planetaria. Aun hoy, en el contexto de la desintegración de la hegemonía estadounidense, la mayoría de los países tratan de emular política, económica y culturalmente al alicaído gigante de Norte América.

Como todo sistema de creencias, la ideología estadounidense hace gala de un contenido altamente subjetivo, virtual, fantasioso –aunque quizá con mayor insistencia e intensidad que otras. El American Dream, expresión lingüística de la ideología estadounidense, es, tal y como su nombre lo indica, un ensueño, una ilusión, una elaboración cuasi onírica.

Está ampliamente documentado que la experiencia onírica ocurre mientras el individuo duerme profundamente y se encuentra bajo niveles ínfimos de actividad fisiológica. El sueño estadounidense, no obstante, tiene una desviación curiosa en relación con el sueño del durmiente: presenta un alto índice de actividad física, pero bajos –bajísimos- niveles de actividad mental genuina. Allí radica su éxito.

La racionalidad técnica (aquello que eufemísticamente llaman ciencia y conocimiento humanos), es la confirmación de una realidad tergiversada, sumergida en imágenes, sensaciones, pensamientos, deseos y aspiraciones que brotan del repertorio iconográfico/idiosincrásico del American Dream: la propiedad inalienable, el éxito, la vanagloria, el consumo, la comodidad, el lujo, el despilfarro del ocio, la servidumbre agradable, la vida privada, la fantasía que entretiene y alivia –la ficción (Disneyland, Neverland, Hollywood, Vegas, Broadway).

Casualmente (o causalmente), conforme la realidad supera de forma cruda e insistente a la ficción, el anhelo de la sociedad por acceder y adentrarse al mundo de los sueños se incrementa a la par, acaso como consuelo y/o alivio. Este mundo basado en lo ficticio y trivial se legitima –pese a su alto índice de exclusión- mediante la incorporación de algunos cuantos individuos privilegiados, provenientes de distintas capas sociales, a los dulces pantanos del sueño estadounidense: Estos pocos encarnan la realización gratificante del sueño, y así, quienes permanecen –la enorme mayoría- en el terreno del “nightmare” (pesadilla) se culpan a sí mismos de su dolorosa y miserable circunstancia. De este perverso maniqueo surge y se alimenta la torcida lógica del perdedor-triunfador: En un mundo “intrínsecamente” competitivo unos ganan, otros pierden; unos sueñan plácidamente, otros padecen trastornos e insomnio.

La sociedad norteamericana es una sociedad de consumo. Los símbolos nacionales de facto son el dólar y las firmas empresariales que dormitan en su seno (McDonalds, Starbucks, Costco, Nike, Ford, Microsoft, General Electric, GAP, Wallmart etc.). El carácter transnacional de sus corporaciones y su moneda ha producido un brote exponencial de pequeñas “Norteaméricas” a lo largo y ancho del orbe. Estos tentáculos han sido vehículos inmejorables para la labor de propagación del American Dream.

El folklore yanqui de pronto asume la forma de cultura. Con la mundialización del mercado, la cultura del país más poderoso se convierte en cultura de masas a escala global. La inserción de esta cultura omnipotente en territorios de longeva tradición aniquila lentamente el patrimonio histórico de las Naciones y convierte a sus comunidades en replicas bizarras del paradigma estadounidense: El mundo se introduce en una fase tan profunda del sueño que su rostro somnoliento e irreal se vuelve imperceptible.

Así, el sueño deja de ser algo meramente deseable, codiciable, para convertirse en algo apremiante y a la vez inaprensible, remoto: es la llave mágica para la supervivencia, la seguridad y la realización personal y familiar... (continuará)

jueves, 10 de diciembre de 2009

La alianza conservadora entre el PRI y el PAN y los derechos humanos

La alianza entre el PRI y el PAN demuestra claramente la inclinación del primero por reforzar su poder, aun a costa de ceder en cuestiones antes intocables para los miembros del otrora partidazo. Esto significa la derechización de un partido que, en su afán por seguir haciendo de las suyas, apuesta a la neutralización de la izquierda partidista para darle vida a un bipartidismo conservador que permita que las cosas sigan como están y con la esperanza de volver al gobierno federal.


Esta no es una idea nueva en el PRI. Ya desde el salinato se apostó a una alianza con la derecha política como la única salida para enfrentar a la alianza entre el cardenismo y la izquierda partidista, la cual supuestamente ponía en riesgo el desarrollo dependiente de los Estados Unidos y la venta de los bienes públicos nacionales. Fue por eso que Salinas impulsó el restablecimiento de las relaciones con el Vaticano y una serie de reformas que provocaron su participación abierta en la política.

Las consecuencias del viraje salinista a la derecha -que le abrió la puerta a la iglesia católica para promover su agenda política, sobre todo en cuestiones educativas y en derechos de la mujer- la consolidó como un factor de poder, parapetada atrás del PAN y, desde el 2000, del gobierno federal. Gracias a ellos pero también del PRI, la sucursal del Vaticano en México ha podido revertir derechos fundamentales en buena parte del país. En Yucatán, Sonora, Puebla, Oaxaca, Nayarit, Durango, Colima, Chihuahua. Campeche, Quintana Roo y Veracruz fueron las bancadas priístas las que impulsaron las leyes antiaborto, mientras que en San Luis Potosí, Morelos, Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Baja California fueron los panistas, con ayuda del PRI.

El caso veracruzano se distingue por las declaraciones de los actores que impulsaron la reforma. El obispado local, a través de sus voceros, declaró que ellos no tenían nada que ver en el asunto y peor aún, que fue el mismísimo padre celestial el que se apersonó en el Congreso, logrando influir en las almas desesperadas de los diputados. Por su parte, el gobernador pretendió quedar bien con tirios y troyanos (¿otra vez?) dejando sin efecto las penas de cárcel contra las mujeres para aplicárselas a los médicos que realizaran abortos. Sin embargo, sigue declarando que hay que proteger la vida desde la concepción y envió una propuesta de reforma constitucional para que semejante disparate sea parte nuestra Carta Magna. Y para no quedarse atrás en las puntadas declaró que la reforma antiaborto tiene como fin último proteger a la mujer. Pero le faltó decir que esa protección es contra sí misma. ¡Pobres mujeres que no saben lo que hacen!

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Para santurrones y ateos de comunión diaria

Es vigente sin duda, el tema del laicismo del estado y el alcance que lo religioso debe tener en el mundo político; periodistas y políticos han reaccionado enérgicamente y se han encargado de señalar a la iglesia católica como responsable de inmiscuir sus intereses y lograr llevarlos a terrenos públicos, ejemplo de esto es el caso de la penalización del aborto.

Las opiniones al respecto, por supuesto, son divididas; por un lado podemos encontrar a la comunidad creyente y fervorosa, quienes simpatizan con la rigurosa medida, claro está, por que es acorde a su horizonte de creencias; por el otro encontramos una no menor cantidad de gente que se ha sentido violentada con la medida.

Lo importante, a mi consideración, es señalar los matices pertinentes en cuanto al tratamiento de éste problema, pues no es lícito imponer una forma de vida propia, como son los valores morales, al resto de la gente; tampoco lo es satanizar estas formas de vida, como lo es la del pensamiento religioso.

Resultaría tramposo tratar de definir desde un solo instante y perspectiva lo que es la religión, quizá éste sea precisamente uno de los logros que el pensamiento religioso trata de alcanzar, el de superar la perspectiva propia; sin embargo no podemos negar la riqueza cultural, vital y espiritual que todo el mundo religioso ha legado generación tras generación al mundo.

El pensamiento religioso no es necesaria y exclusivamente un pensamiento transmundano; los libros sagrados están llenos de parábolas y pasajes que versan sobre hechos y problemas del mundo humano, lo que los llena de una vitalidad, de un conocimiento acerca del hombre, no menos respetable que los que con sus respectivas metodologías puedan lograr las ciencias humanas actuales.

¿Qué si la religión tiene una dimensión política? ésta pudiese ser una pregunta pertinente para relacionar nuevamente el tema el problema inicialmente planteado, yo me inclino a pensar que sí la tiene; sin embargo considero que la tiene en la medida en que posibilita la meditación y la reflexión acerca de uno mismo, la religión es (y no por que lo diga yo) un camino interior, es autoconocimiento, lo que me posibilita la modificación de la relación con los otros (que es su dimensión política), pero desde mi mismo, no exigiéndole al otro que debe ser de tal o cual forma. Además es un ejercicio que se debe hacer con convicción y por propia decisión.

Desde el seno del cristianismo mismo, que muchos por supuesto no quieren mirar, se puede hacer esta apreciación, cómo olvidar el pasaje en que Jesús interviene cuando María Magdalena está a punto de ser apedreada, ella, una puta, mujer de la peor calaña, es merecedora también del perdón y la renovación del espíritu.

La paz interior no se logra con la modificación de lo externo, esto requiere de un arduo ejercicio de conciencia, de meditación, lo que a la postre puede que posibilite la aceptación del mundo. El pago de diezmos, limosnas, actos de caridad, ir todos los domingos a la iglesia, exigirle a fulano y sotano que sean como yo digo, etc., difícilmente por si solos posibiliten algún tipo de paz.

Por tanto cabría quizá la prudencia al hablar de religión y desde un pensamiento religioso, tanto para aquellos que impetuosamente satanizan y desprecian milenios de aprendizaje humano, como para aquellos que quieren hacer de su vida religiosa los parámetros de la moralidad y de la vida legal. Recordemos que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

domingo, 6 de diciembre de 2009

2010

Las añejas previsiones de los ilustres Moses Montefiore y Albert Guardiola se confirman con inmejorable claridad en este breve manifiesto:

Proclama a los Pueblos de México para organizar la revocación de mandato a Felipe Calderón


!El siglo ha comenzado!

La memoria verdadera

En la cuadragésimo-primera feria del libro de la ciudad de Aguascalientes, que tuvo lugar durante los pasados meses de septiembre y octubre, se presentó el primer libro del escritor Francisco Martínez Farfán: La memoria verdadera, editado por el Instituto Cultural de Aguascalientes a través del Fondo de Cultura Económica.
Este poeta, oriundo de San Luis Potosí, ha caminado más de cinco décadas por la vida (cuerda floja para algunos como él), y publicado esporádicamente en distintas revistas y suplementos. Independientemente de su carácter algo esquivo, enigmático en ocasiones, atento y conversador en otras, su pluma vive entre la página como el olor de un gran lagarto que se arrastra por la brea.
En La memoria verdadera, la voz del poeta, fuera de buscar la universalidad del recuerdo en la palabra o en algún otro asidero personal, como se podría suponer por el título tan imponente como la sola palabra “verdadera”, nos habla, como proponía el poeta Manuel Altolaguirre, de lo que hemos olvidado, del silencio, de nuestros límites como seres humanos entre seres humanos.
La memoria verdadera es el silencio que nos habita, un montón de espacios vacíos que nos define, y del cual tratamos de escapar constantemente:

Memoria no es caudal sólo un rasgo
luz que decrece.
Duele no saber que fuimos-perfil de sombra-
duele dar por perdido
el silencio oquo que somos,
percibir por ocultamiento

La poesía de Farfán sostiene una voz que se expande para conocer los límites del yo poético, explora los bordes del deseo y la consciencia que aprisionan al ser humano con barrotes de memoria y olvido; los límites de su propio cuerpo, de su propia mente y de la convivencia con el otro:

Herida de tiempo abierto
Te busco contra límites dudosos
Detrás de palabras repetidas
Que demandan en tu mejor ausencia
Ese lugar inagotable donde pueda buscarte
Sin rastro ni certeza
Ni salida.

Es importante recalcar su constante y recalcitrante, pero acertada percepción del otro como un intruso, una forja más de la mentira que prevalece como convención social, un instrumento más para el fraude, para la lucha de conciencias que está allí “para nada, para cargar con el solo, el ciego y el incrédulo, también el extraviado, repartir el engaño entre todos”.
Otro ápice en La memoria verdadera, es la reflexión sobre la escritua misma. La palabra para Farfán, es bella, terriblemente bella e insuficiente, cruel para quien la busca, pues encarna su secreto en el silencio; no intenta tocar nuevamente las cosas con el poder de la palabra, busca acercarse al silencio, al olvido primero, vencer la “ceguera occipital” de los recuerdos, su punto ciego. El yo poético se busca a si mismo, escribe la vida hacia adentro, pero su búsqueda siempre es fallida, y su error, se debe justamente a la naturaleza de la palabra: “El escriba de mí se me escabulle:bulle en su centro con palabras, que pierden su silencio”.
En otras ocasiones, La memoria verdadera nos muestra la pasividad del recuerdo, la inminente presencia del presente, del silencio que nos habita y nos deja allí, con nuestro cuerpo como un rayón cualquiera, indiferentes al pasado y al futuro, a la felicidad, la tristeza, al paso del tiempo:

A veces es difícil vivir tan fácil
Sin usura y semblante
Sin promesas
Mirando una primera vez
Con la sana ignorancia de la felicidad
Mientras afuera
Contra la hierba cortada y joven
Sopla el viento meridiano de la obstinación
El viento del sur sobre la ropa puesta a secar
Hondeando como los harapos de un viaje.

Después de leer el libro, uno se queda con una sensación de desconfianza hacia la palabra, hacia la presencia del otro, con una increíble sensación de soledad que pugna por acabarse en la palabra, pugna que por supuesto, estamos condenados a perder.

Déjame entrar (Låt den rätte komma in)

El género vampirezco, hoy en día tan manoseado, encuentra una válvula de escape, una perspectiva singular para los que gustan de este viejo género: Déjame entrar. La película está basada en el libro del mismo nombre escrito por el sueco John Ajvide Lindqvist, quien también adapató el guión, y dirigida por Tomas Alfredson, antes reconocido por Four Shades of Brown. El film se estrenó en México a principios de este año. Ha ganado numerosos premios como la Mejor película europea en Sitges 2008, y la Mejor película de corte fantástico en San Sebastian.
La trama se desenvuelve en un suburbio de Estocolmo durante los años ochenta. Oskar, un niño flaco, rubio y pálido, de doce años aproximadamente, es continuamente acosado por sus compañeros de clase, especialmente por un niño que parece volverse más sádico y cruel conforme Oskar se encierra en su timidez. Solitario y lleno de rencor, Oskar se recluye entre los edificios de la unidad habitacional en la que vive, e imagina que se encuentra con sus enemigos, a quienes finalmente ataca con un cuchillo; en otras ocasiones, encerrado en su cuarto, lee las notas policiacas del periódico y recorta los artículos y las fotografías que más interesantes le parezcan.
Un día, a pesar del frío punzocortante de Estocolmo, mientras Oskar jugaba, una niña aparece poco abrigada y con una actitud misteriosa; es Eli, quien acababa de llegar al pueblo junto con Hakan, un viejo acabado y de aspecto sospechoso, que manifiesta ciertas inclinaciones pedófilas hacia la niña. Su llegada a los suburbios de Estocolmo, coincide con el acontecer de asesinatos recientes, pero eso no impide que la amistad, y luego romance, crezca entre los niños.
Es difícil que los que entran a ver esta película con ganas de sangre y dientes afilados, salgan satisfechos. La línea argumental del film, se basa en la relación de Eli, la niña vampiro, y Oskar, sin convertirse por esto un churro cursi como Crepúsculo. No se recurre en ningún momento a neologismos absurdos sobre el vampiro y sus condiciones de vida; para Eli, como para cualquier construcción tradicional del vampiro, es imposible salir a la luz del sol, ni puede entrar a un hogar sin ser invitada, no envejece ni tiene reflejo.
La frescura de la película, brota de la profundidad con la que el director trata temas como la soledad, el amor y el erotismo; tanto Eli, como Oskar y Hakan, son personajes solitarios, marcados por alguna clase de estigma social que los obliga a revalorar su manera de relacionarse con los demás. El despertar sexual de los protagonistas y la ambigua relación de Hakan con Eli, nos muestran la forma de reaccionar de algunos individuos al margen de las convenciones sociales, y las consecuencias que les acarrea.
El elenco está conformado por actores con poca trayectoria comercial, los protagonistas son Kåre Hedebrant (Oskar) y Lina Leandersson (Eli). La película fue filmada en Suecia, y en cuanto a la fotografía, no deja nada que desear al mostrarnos increíbles paisajes interminables oscuros y nevados, completamente adecuados para la película.
Se ha anunciado el re-make gringo de este film. El director a cargo será Matt Reeves, contratado por la compañía cinematográfica Hammer Films, quien compró los derechos de la película Sueca. Ante esto, el director de la prmera película se muestra ofendido, mientras que al autor del libro le parece una idea maravillosa, pues según él, deja la puerta abierta a la posibilidad de hacer una película completamente diferente.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

De estudiantes y de camiones

El reciente conflicto por el aumento del precio del pasaje en Veracruz fue resuelto, en buena medida, por la movilización estudiantil que llamó la atención de la sociedad civil y los medios de comunicación sobre su pertinencia, en momentos en que las condiciones sociales exigen salidas que eviten la pauperización de la población. El aumento al transporte afecta a toda la actividad económica, y su impacto es demoledor entre las personas con menos recursos, pues deberán reducir su gasto en otros rubros para poder hacerle frente.

Para los estudiantes el aumento fue de un cincuenta por ciento (de cuatro a seis pesos) mientras que para el resto de los usuarios fue cercano al quince por ciento (de 6 a 7 pesos). Esta disparidad pretendía no afectar demasiado a la ciudadanía sino cargarles a los estudiantes la mayor parte del aumento total. La respuesta fue casi inmediata y se concretó el 23 de noviembre con el plantón de Plaza Lerdo así como con la organización de varios bloqueos en cruces importantes de la capital del estado.

El ambiente festivo de la manifestación que llegó al centro de la ciudad por Enríquez, las tomas pacíficas de camiones y los bloqueos, lograron incluso motivar simpatía y gestos de apoyo entre los transeúntes, amas de casa y población en general aunque también de desaprobación por parte de automovilistas desesperados. Todo esto puede constatarse gracias a videos disponibles en internet. http://www.enlacecordoba.com

La capacidad de movilización por parte de los estudiantes es por todos conocida, su vitalidad y espontaneidad han sido siempre factor importante en el incesante flujo del cambio social. Empero, habrá que reconocer que los conflictos entre los empresarios del transporte urbano contribuyeron al fracaso, por el momento, del ajuste de los precios del pasaje urbano como consecuencia del aumento al diesel.

Abonó también a la causa estudiantil la coyuntura política, definida por el proceso electoral en ciernes lo que obliga a los actores políticos centrales a evitar el surgimiento de conflictos que puedan empañar lo. A ello se debió que las autoridades hayan respondido con rapidez. Para redefinir su postura utilizaron el argumento de que había concesionarios que se mantenían operando sin aplicar el aumento. En el proceso de reacomodo de la postura oficial la presión estudiantil fue clave, demostrando una vez más que las y los estudiantes de las universidades públicas de nuestro país son actores fundamentales para nuestro presente y sobre todo para nuestro futuro.


martes, 1 de diciembre de 2009

La Historia de los de abajo es la Historia clandestina

Francisco Bosch
Rebelión


“Desde los tiempos mas remotos, vuelan los Ángeles guardianes, siempre celosos de sus votos contra atropellos y desmanes, junto a las tumbas infantiles, junto a los tristes moribundos…

pobres los Ángeles urgentes que nunca llegan a salvarnos, será que son incompetentes o que no hay forma de ayudarlos”

“Cita con ángeles”, Silvio Rodriguez


Intentaremos aquí tomar de base las reflexiones de Benjamin sobre la historia, específicamente su tesis IX (la que nos presenta la figura del ángel de la Historia), para realizar una pequeña exposición de la necesidad de un cambio radical de enfoque sobre la idea de la historia.

Parece oportuno comenzar presentando a W. Benjamin como un “critico moderno de la moderna”, un hombre que generó su reflexión en la etapa de entreguerras y en el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Un judío en la Alemania Nazi. Un hombre influenciado centralmente por el romanticismo alemán, el mesianismo judío y el marxismo, pero que logró una síntesis personal que nos lleva a afirmar (junto a muchos intelectuales) que se trata de un filosofo incalificable, fuera de los estándares (lo más cercano a una definición sería llamarlo profeta, en lenguaje teológico). Podríamos decir, a modo de síntesis, que se trata de un anti-sistémico no-sistemático (justamente eso es el corazón de su reflexión, una critica lapidaria a la idea de progreso inherente a la idea de modernidad).

Antes de ingresar directamente en la tesis IX (que es nuclear en las ideas del autor), presentamos a grandes rasgos la concepción de la historia de Benjamin:

Constituye una forma heterodoxa del relato de emancipación: inspirada en fuentes mesiánicas y marxistas, utiliza la nostalgia del pasado como método revolucionario de crítica del presente1

Ahora si, abordamos la Tesis IX en la cual se presenta el “ángel de la Historia”: tiene los ojos desorbitados, la boca abierta, las alas desplegadas y su rostro vuelto al pasado. Este ángel ve en “la cadena de acontecimientos” (de esa historia positivista, hechológica, de grandes personajes, siempre ascendente y progresiva) una sola y única catástrofe. Él es parte de esa tempestad que empuja la historia (el progreso) irremediablemente hacia el futuro. El Ángel quisiera detenerse para socorrer a las victimas de la historia, pero la tempestad lo arrastra de manera inexorable hacia la repetición del pasado, que son nuevas catástrofes y nuevas desastres, cada vez peores.

Con esta imagen, Benjamin critica directamente la idea de la “necesidad” en la historia. Muchos teóricos, basados en el evolucionismo histórico, han argumentado a favor de los hechos necesarios (sangrientos y crueles) para llegar a una situación mejor. En este punto el autor se coloca en la línea opuesta tanto de Schiller, como de Hegel. Las catástrofes no serían sucesos necesarios para el advenimiento de nada bueno, lo que impulsaría la historia no sería el progreso, sino una lejanía cada vez mas grande del paraíso, en camino directo y franco a la barbarie (la historia no solo le daría la razón a Benjamin, sino que la actualidad lo confirma nuevamente).

En esta tesis, es sorprendente el recurso alegórico de Benjamin para presentar con fuerza una situación que él supo ver con mucha claridad: en las raíces de la modernidad (con su idea central de progreso) se encontraba la catástrofe sin tregua (el nazismo).

Resulta esencial, para continuar, resaltar la relación de reversibilidad recíproca y traducción mutua de lo religioso y político, que escapa a cualquier reducción unilateral. Forzar aquí un secularismo moderno, es flagelar el pensamiento del autor. Desde aquí podremos ver con más claridad las alegorías con su doble enfoque: teológico y profano. Por citar algunos ejemplos centrales vemos como: el paraíso tiene su correlación profana en la sociedad sin clases primitiva (el socialismo matriarcal primitivo); la tempestad (recurso lingüístico tomado de su tradición bíblica) sería profanamente el progreso; el Mesías (que haría lo que el ángel no logra hacer) sería evidentemente, en el pensamiento del autor, la revolución (la débil fuerza mesiánica de cada generación es la posibilidad histórica de la revolución).

Con todo esto, vale recalcar dos ideas más, que son centrales: Primero ver cómo Benjamin es un critico del marxismo y presenta la revolución, no como la locomotora de la historia mundial (Marx), sino que la presenta como frenos de emergencia para la humanidad que viaja en esa locomotora (ya que esa marcha llevara al desastre). En segundo lugar, Benjamin no tiene una concepción cíclica de los procesos históricos (como insinúa Scholem) sino mas bien dialéctica: la sociedad sin clases del futuro que él sueña (el nuevo paraíso), contiene en sí, como síntesis dialéctica, todo el pasado de la humanidad (aquí la clave de la memoria como primer instrumento revolucionario).

Para terminar, simplemente me gustaría mostrar cómo esta concepción de la Historia (desde las victimas) se hace realidad (cobra realidad histórica) en el sureste mexicano, en los procesos de los Pueblos de la Tierra Zapatistas. Podemos afirmar esto, porque al haber leído la historia a contra-pelo, los hombres y mujeres insurgentes de México, han comenzado a escribir “la otra historia”, que es esencialmente la HISTORIA CLANDESTINA: la que se teje desde abajo, en silencio, en la clandestinidad de las luchas por la humanidad y se va pariendo en las conquistas diarias de autonomías reales que reconocen la dignidad de los seres humanos y de los pueblos de la tierra.

Por esto, la historia verdadera es la historia clandestina, la que recoge el dolor histórico de las victimas, y descifra entre ellos los gritos del parto de una nueva sociedad.

La revolución entendida en clave benjaminiana es el verdadero estado de Excepción (el estado de excepción dentro del estado de excepción). Esto es entendido a cabalidad en Chiapas donde, cansados de dialogar con el gobierno y ser traicionados una y mil veces, los hombres y mujeres de pasamontañas tomaron la firme decisión de la construcción de autonomías. Estas son la base de la revolución zapatista y constituyen un verdadero estado de excepción (dentro del estado de excepción que ya viven esos pueblos, que es de hambre, dolor y muerte). La vida se va pariendo desde las bases, desde las victimas históricas, sin implicar una revolución entendida como toma del poder estatal, sino como una construcción alterna de Otro Mundo Posible. Esto nos lleva a dar un paso más que Benjamín, y reconociendo lo acertado de su aviso de catástrofe, diremos también que lo realmente revolucionario es QUE LOS POBRES Y OPRIMIDOS ESCRIBAN SU HISTORIA.

"No morirá la flor de la palabra, podrá morir el rostro oculto de quien la pronuncia hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra no podrá ser acallada por la soberbia de los poderosos. Nosotros nacimos de la noche, en ella vivimos, en ella moriremos, pero mañana la luz será para los más para quienes hoy es negado el día... Nosotros somos la dignidad rebelde, el corazón profundo de la patria... para nosotros nada, para todos todo..."2
Notas:

1 Lowy, Michael “Walter Benjamin: aviso de incendio” pag. 14. Fondo de la cultura económica, 2001

2 Cfr. Declaraciones de la selva Lacandona, EZLN.

www.rebelion.org/noticia.php?id=96210

Salud pública

Aunque parecen temas totalmente diferentes, varias cuestiones en común tienen la guerra contra el narcotráfico y la penalización del aborto.

Han sido, sin lugar a dudas, los dos temas más discutidos en lo que va del sexenio de Felipillo, haciendo a un lado la famosa crisis en todas sus modalidades, H1N1 incluida.

Desde la despenalización del aborto por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en abril del 2007, una oleada conservadora ha hecho lo contrario en 17 estados ya de nuestro país: los congresos locales han dejado bien claro que el aborto es un delito penal en el mismo número de estados.

Por otra parte, desde la invasión del ejército mexicano al estado de Michoacán (perdón, quise decir desde el inicio de la Operación Conjunta que nos salvaría de la delincuencia organizada), la violencia en nuestro país no ha hecho más que aumentar, tanto que la colombianización-pakistanización de nuestro otrora pacífico país es más que evidente.

Una primera coincidencia es que ambos asuntos han servido para regar no digamos ya ríos, sino mares completos de tinta en los medios de comunicación tradicionales. Tanto así que hasta parecen cortinas de humo, pero eso es material para otro artículo.

Ambos acontecimientos han resultado ser inmejorables temas de debate: todo mundo al día de hoy ha tomado una posición más o menos bien definida en ambas cuestiones, y defienden su punto de vista a capa y espada. Algunos partidos políticos defienden una postura, otros la contraria. Columnistas a favor y en contra en ambos temas han vertido sus apreciaciones en cada periódico. Las televisoras, por su parte, participan en el debate informando (¿desinformando?) a nosotros, pueblo, de los acontecimientos más recientes, y llevándolos después a sus finísimas, imparciales y exquisitas mesas de debate. (Un agradecimiento, por cierto, por pasarlas a altas horas de la noche en las que ahorrárnoslas es muy fácil).

Pero la similitud más importante es la triste manera en que los gobiernos abordan ambos problemas. No sólo el gobierno de México, sino en la mayor parte del mundo occidental moderno y civilizado (ja!).

Hay que tener bien presentes un par de cosas: en primer lugar ambos problemas son una realidad cotidiana. El narcotráfico existe y seguirá existiendo (las irrefutables leyes del mercado y la mano que nadie ve dictan que para toda demanda habrá una oferta).

Si la guerra contra el narco se ha convertido en un asunto de seguridad nacional es porque así lo quisieron nuestras más altas autoridades. Está comprobado que violencia solo genera más violencia: maten a un narco o métanlo a la cárcel y tendrán a 20 emprendedores peleando por su lugar.

El aborto, por su parte es una práctica establecida ya en nuestra sociedad. Penalizarlo no va a disminuir el número de abortos practicados clandestinamente, lo que nos lleva al segundo punto.

Tanto narcotráfico como el aborto son, por encima de todo, un problema de salud pública, que no van a ser resueltos ni a balazos ni con amenazas de cárcel.

viernes, 27 de noviembre de 2009

La Verdad

Mucho se ha dicho sobre la Verdad desde tiempos antiguos hasta nuestra actual era. El pensamiento helénico, en su periodo histórico de resplandor (Sócrates, Platón), asociaba la verdad con la justicia, el orden, la belleza, la estética, la templanza, la prudencia, la virtud, la política, la moral. Los romanos (Cicerón, Séneca) por su parte, distinguían la Verdad como un atributo intrínsecamente emparentado con la ley, los mandatos de la autoridad, y los preceptos religiosos de longeva tradición. Varios siglos después, los franceses (Descartes, Voltaire, Rousseau), en tiempos de auge de la Ilustración, propugnaron por una Verdad estrechamente vinculada con la razón, la lógica, el fundamento, la moralidad secularizada y la voluntad general. En un tenor más o menos similar pero casi un siglo después, los alemanes, conducidos por sus insignes y memorables filósofos (Kant, Hegel), buscaron en la moralidad esotérica, en la racionalidad del Estado, en la idea, en el espíritu y en el derecho los fundamentos de la verdad.

Si bien es cierto que estas corrientes de pensamiento engendraron paralelamente sus respectivas contrapartidas (no menos importantes), también lo es que en la actualidad seguimos sin encontrar satisfactoriamente la Identidad y los fundamentos de la Verdad. Múltiples esfuerzos (unos plausibles, otros no tanto) se han realizado para descubrir, definir, puntualizar su auténtico e incuestionable cimiento.

En el siglo XX, la concepción de una Verdad absoluta e irrevocable se difuminó a causa de diversos y dolorosos reveses. Hoy, los más lúcidos pensadores han asentado sin rubor alguno que la Verdad –partiendo de los presupuestos de la filosofía sociológica- esta sujeta invariablemente a condición política e histórica.

Es decir –para evitar caer en complicaciones intelectualoides-, la Verdad no es otra cosa que un marco de valores, principios y conjeturas que los hombres establecen y practican en una época dada. (Le solicito amable lector, que no desespere; aquí viene el argumento medular de este fugaz repaso semiteórico –“Gris”, diría Goethe). Esto indica que nosotros los seres humanos somos agentes creadores e institutores de lo que conocemos como Verdad (llámese religiosa, racional, natural o funcional). Palabras mas, palabras menos. “El hombre hace la religión, la religión no hace al hombre”, dice don Carlos Marx. En tal sentido, podríamos asentar igualmente que el hombre hace la verdad, la verdad no hace al hombre.

Para no perder el hilo de la argumentación, aguerrido lector, aquí va mi humilde apreciación. Este último planteamiento acerca de la Verdad, emancipa, libera, al hombre de las ataduras que le asediaban antiguamente. Esta postura le concede al hombre la facultad de escribir su historia acorde con lo que siente y piensa, con las necesidades que brotan de su existencia genuinamente humana. Esto indudablemente nos responsabiliza de todo lo que acontece en el mundo exterior e interior del hombre, pero también nos compromete a luchar y trabajar por la realización de un mundo y una vida dignos de ser vividos. ¡Es tiempo de tomar las riendas de la historia y asumir nuestra inaplazable tarea con valor e integridad!

Según Nietzche, el filósofo alemán, la verdad es como la mujer: acaso igual de caprichosa y difícil de comprender. En esta misma línea Joan Manuel Serrat apunta con perfecta lucidez: “Ella [la mujer] es más verdad que el pan y la tierra”, ¿acaso por su inobjetable perfección y benevolencia? Por su parte, el eximio poeta veracruzano, Salvador Díaz Mirón nos expresa en una prosa que bien podríamos mancomunar con estos dos veredictos sobre la Verdad, lo siguiente: “La mentira es la muerte y la escoria; la verdad [la mujer] es la vida y la gloria”.

¿Cómo y dónde buscar, entonces, los pilares y fundamentos de la Verdad?

Una respuesta a modo de proposición: En el corazón.

Puedo oír las objeciones. Para reforzar mi argumento citaré a nuestros hermanos zapatistas: “Lo que dice mi razón no lo entiende el corazón, pues lo que habla el sentimiento no lo capta el pensamiento.”

Violencia contra la mujer

Estoy seguro que si los hombres parieran

el aborto sería legal.

Eduardo Galeano



Cuando José Revueltas se defendía de los embates del “régimen de acumulación de capital” priista desde las catacumbas de Lecumberri, preguntaba al escaso público que se había dado cita para la audiencia de desahogo de pruebas llevada a cabo en 1970, y en la que se le acusaba, entre tantas otras cosas, de ser como Sócrates:

¿es a través de éste Ministerio Público -evidentemente inútil- y éste Juez -pagado por los gobernantes- a los que se refiere el presidente Díaz Ordaz cuando habla de que a nosotros -los acusados por los “movimientos subversivos de 1968”- se nos juzgará con apego a la ley? ¿Son a estos indignos representantes del poder público a quienes se refiere -volvía a preguntar el maestro Revueltas- el Presidente de la República cuando dice que los representantes de la ley son los mejores capacitados para ejercerla?

Con el mismo espíritu ahora yo podría preguntar: ¿son los hombres acaso -el sexo masculino- los mejor capacitados para legislar sobre el aborto? ¿O pasaría como el inepto Ministerio Público que acusaba a Revueltas y que no era capaz de atinar una prueba, de refutar una idea porque no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo, sin importar que fuera su trabajo?

Cuando en un país los grupos de poder son pequeños, y además de todo, controlan un amplio espectro de la vida pública -las instituciones, si se quiere, el dinero y los excesos, la agenda de dicusión- pues entonces se discuten los problemas y se les da una solución acorde a los intereses más puros, más supremos, más superiores, sin importar que caigamos -haiga sido como haiga sido- en una falacia.

Sólo así podemos entender que se esté llevando a cabo una discusión -que se busque elevar a rango constitucional- moral (y de paso legal) sobre los pormenores de un procedimiento médico al que yo, por lo menos, nunca me podré ver sometido más que por interpósita persona, al igual que todos los otros machos mexicanos -tan desprestigiados (pobres de nosotros) a los largo y ancho del mundo.

De la misma forma en que los dogmas económicos -la propiedad privada, el interés, ¡la escasez!- permiten construir un edificio sólido de elucubraciones metafísicas que esconden a la usura, en el plano espiritual los dogmas -el padre, el hijo y el ave- permiten construir un sólido edificio de consideraciones mágico-chamánicas sobre lo que la mujer puede hacer en este mundo, y ojalá dios siga queriendo que la mujer misma siga sin meterse en estos asuntos que -dios te salve maría- no son de su incumbencia.

Haré un exhorto a mi conciencia en mi próxima confesión; le diré al padre de la iglesia de san josé: -prelado, me acuso de haberme abortado.

Como los cangrejos

No cabe duda que la política en México va en retroceso, el estado laico, el derecho a la participación ciudadana en la vida pública y la garantía de una vida digna y libre, posibilitada por el estado, son ideas cada vez mas quiméricas e inalcanzables. Para muestra basta un botón.

El pasado martes 17 se hizo oficial la propuesta del Partido Acción Nacional acerca de la penalización del aborto en el Estado veracruzano, propuesta que pretende ser llevada al Congreso Federal para ser constituida.

Independientemente del problema ético que subyace en el problema del aborto, el cual es harto complejo, llama la atención, más que nada, la imperativa y antidemocrática forma de legislar por parte de nuestra clase política.

¿Qué no se supone que vivir en un estado democrático significa atender los intereses del pueblo al que se gobierna? ¿Cuándo se hizo algún plebiscito para saber qué es lo que el pueblo opina en temas como el del aborto? ¿O es qué acaso hemos llegado a un momento descarado en nuestra historia en el que el cinismo y el despotismo ejercen sin el menor tiento? Si este es el mensaje que consciente o inconscientemente nuestros políticos nos transmiten, hemos fracasado como pueblo y nación.

El problema de fondo es grande, pues nos muestra la carencia de criterios políticos, filosóficos, sociológicos y demás disciplinas para llevar a cabo el ejercicio político que es el ejercicio de la mediación, el ejercicio del consenso, del diálogo. La misma clase política se ha encargado de desnudar que sus únicos criterios son lo de la imposición y la voluntad de poder.

La carencia de los criterios que nos pueden proporcionar estas distintas disciplinas evidencia la falta de pluralidad del Estado Mexicano, esta falta de pluralidad es la responsable de que gente ignorante sea capaz de decidir y determinar violentamente que una persona es “enferma mental”, cuando si se pusieran a investigar un poco podrían encontrar que ni la Psicología misma está en condiciones de legitimar un discurso de tal tipo.

La Filosofía contemporánea, por su parte, cuestiona fuertemente los criterios clásicos acerca de lo que es “verdadero”. No es posible que así la ligera, un grupo de personas sea capaz de imponer un sistema de valores propio, al resto de la sociedad. El mundo contemporáneo no es más un mundo de verdades dogmaticas, la verdad es relativa y se construye socialmente. Esto tiene grandes implicaciones políticas que debieran ser tomadas en cuenta, pues lo que se considera como moralmente “bueno” o “malo” tiene su origen en el marco soco-histórico del que nace, por lo tanto es limitado.

Es labor de la Ciencia política y de las disciplinas sociales, establecer puntos análogos entre individuos y comunidades, con el afán de encontrar el marco y el espacio en el que nos corresponde discutir los intereses que nos son propios a todos, pero así mismo es necesario encontrar el espacio privado en el que cada quien sea como quiere en la medida de lo posible, espacio de tolerancia en que el que se acepten y respeten distintos horizontes y modos de vida, esto es aceptar la diferencia.

Es menester de la clase política empezar a atender los discursos interdisciplinares de comunidades de expertos e investigadores que sí han dedicado sus vidas a la reflexión de estos problemas y que seguramente tienen algo que decir, no con el afán de que estos impongan una visión dogmatica acerca de su “verdad”, sino con el afán de que una visión crítica abra y posibilite la manifestación de múltiples perspectivas de concebir el mundo y la vida.

Encargarse violentamente de homogeneizar y establecer dogmáticamente lo que es “la verdad” el “bien” y el “mal”, lo que es la vida, lo que es ser loco o cuerdo, muy difícilmente significa ganar ventaja en el terreno de lo moral.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La revolución ha muerto. ¡Viva la revolución!

Con motivo del noventa y nueve aniversario del inicio de la revolución mexicana, han aparecido una buena cantidad de artículos de opinión y ensayos que, en su inmensa mayoría, coinciden en la muerte de la revolución, en la necesidad de hacer borrón y cuenta nueva con la historia para trazar la ruta del presente y del futuro de México. Así, intelectuales adinerados y políticos socialdemócratas, gobernantes panistas y líderes de opinión, no ocultan una cierta satisfacción cuando tocan el tema.

Llama la atención que en la argumentación utilizada por los que pretenden enterrarla sin dejar huella se relacione su herencia directamente con la problemática actual -económica, política social y cultural. Los monopolios privados y públicos, la corrupción y el tráfico de influencias, la partidocracia ajena a las demandas de las mayorías y todos los males que se nos ocurran son el legado de la revolución por lo que resulta necesario acabar con el cultivo de su memoria.

Más allá de que la historia ha demostrado una y otra vez, en distintas partes del mundo, que no es posible para ninguna sociedad desaparecer de un plumazo su pasado y que intentarlo provoca males peores de los que se quieren evitar, el problema aquí reside en lo útil que resulta la muerte de la revolución para la derecha política y los intereses de los dueños de dinero.

Ello es así porque esta supuesta muerte de la revolución, además de mutilar o reinterpretar la historia para conveniencia de los poderosos tiene la finalidad real de difundir entre la población la idea de que hacer revoluciones no sirve para nada; de que rebelarse frente a las paupérrimas condiciones de vida de manera autónoma no cambia nada. Y es ahí en donde reside el secreto de ésta unanimidad de la opinión pública con respecto a la muerte de la revolución.

Es por eso que no se realiza un balance crítico de revolución, procurando distinguir entre lo que hay que desechar pero sobre todo de lo que hay que preservar. ¿Quién podría negar que los derechos sociales fueron y siguen siendo producto de la lucha social y una muestra positiva de la herencia revolucionaria? Claro, sólo lo hacen los que desde el poder se encargan hoy de desmantelar esos derechos: la educación, la salud y el trabajo. Son esos y sus corifeos los que quieren borrar de la memoria colectiva la gesta revolucionaria pensando que así neutralizarían el descontento social que nos rodea, para continuar viviendo a costa del trabajo ajeno. Para su desgracia la memoria colectiva no se borra con spots y ríos de tinta. Dichosos los pueblos que no han olvidado cómo rebelarse. Y México es uno de ellos. La revolución ha muerto. ¡Viva la revolución!

martes, 24 de noviembre de 2009

Plazo corto a la manifestación

El aumento al pasaje durantes el jueves, el viernes, el sábado, el domingo y hasta el lunes pasado por la noche por supuesto que generó molestias. Las cifras de las oficinas públicas anuncian horrorizadas que el sueldo mínimo es de 55 pesos al día; que son 14 de transporte si nada más se toman dos camiones y 32 si se toman seis.
En Xalapa el tráfico se volvió a desquisiar. Y hubo una manifestación más.
Bajaron las tarifas, alegarán felices.
Pero la comisión que pudo haber sido construida para organizar los comedores estudiantiles; la comisión que pudo haber conseguido pintura para sus escuelas; la comisión que sin querer se organizó allende la autoridad... sin pedir permiso para manifestar un agravio, sin tener que rendir cuentas a nadie, porque la condición de autoridad está fundada en la rendición de cuentas y la función de ciudadano -sobre todo el estudiante universitario- no está fundada en ningún tipo de rendición de cuentas.

Y para eso me permito tomar una cita de la columna de Katia de Artigues que me dejó sorprendido. Sobre todo porque he seguido los dimes y diretes divinos:

“Ellos lo condenan:

“—(la reforma constitucional estuvo) inspirada en Dios… (él) tomó el control del Congreso en defensa: José Eduardo Ortiz González, coordinador de la Asociación Ministerial Evangélica de Veracruz, al referirse a la reforma con al (sic) cual se penaliza el aborto en ese estado...”

o esta otra, tomada de mi colección personal, con las palabras del obispo de Veracruz, Luis Felipe Gallardo Martí del Campo:

“En cuanto a las limosnas, es como si me quisiera meter a fiscalizar a cada individuo en lo que hace con su dinero. Tú regístrate y paga tus impuestos. No tienes derecho a saber más. El como uno gasta su dinero es cosa privada de cada quien. Hay cosas fiscalizables y cosas que no”.
La coyuntura -la famosa coyuntura- se esfumó en una negociación no fiscalizable... de una comisión que no funcionó con todo el sentido del mundo, aunque sea al revés.
Qué tiempos aquellos -aún comentan algunos- en que en la universidad se discutían los problemas.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Jarro viejo

No obstante la brevedad de este artículo, me parece de vital importancia su contenido. El miércoles pasado mi digno compañero y autor de la genuina columna “Aquelarre”, el “profe” de “profes”, publicó un artículo de estructura excelsa, sin par, pero, a mi entender, de insuficiente valor argumentativo. El tema nodal de aquel escrito fue la natural confrontación que se suscita en la arena generacional, entre viejos y jóvenes. Más allá de haber enumerado con precisión una serie de argumentos parcialmente ciertos, y de haber abordado, plausiblemente, un asunto tan cotidiano y vivencial, me da la impresión que mi noble colega erró en la selección del enfoque.

Comienza su artículo alegando que el asunto que aborda carece de significación política, o que poca o ninguna relación tiene con esta. Si el problema de la exclusión de ancianos de la vida social no es un problema político entonces –me pregunto yo-, ¿qué clase de problema es?

Una breve reflexión a modo de candorosa respuesta.

Entre los siglos XV y XVI el trabajo –toda vez que se traslada a los grandes centros laborales- comienza a medirse en función de la variable “tiempo”. Así, la intensidad y el agotamiento físicos se fueron convirtiendo poco a poco en condición sine qua non de la actividad laboral. Conforme los instrumentos técnicos fueron perfeccionando e inyectando dinamismo y presteza a la productividad del trabajo, las exigencias que recaían sobre el obrero y sobre la sociedad en su conjunto se fueron ampliando simultáneamente y con apremiante celeridad. Esta completa mecanización de la actividad humana engendró un modo de trabajo más febril, brutal y agotador, pues no solo se debía contar con una corpulencia en perfectas circunstancias, sino también, y mas profundamente, con una clara destreza lógica-mental. Un tipo de trabajo que, por otro lado, solo pocos podrían desempeñar satisfactoriamente. Y esos pocos, claro esta, debían ser jóvenes e instruidos para rendir con óptima diligencia.

La actual sociedad industrial avanzada, en lugar de impugnar tales presupuestos, los inculca, los promueve. Esta visión funcionalista, utilitarista, del hombre, ha hecho de viejos y ancianos simples “jarros arrumbables”, pues su participación como engranajes de la maquina productiva es psíquica y somáticamente insostenible. Es por ello que los “jarros viejos”, como bien apunta mi estimado compañero, “son colocados en ínfimo plano existencial hasta su fin.” No es la Nación o la Patria la que se fundamenta con las nuevas generaciones, sino todo un sistema socioeconómico de longeva presencia.

El buen “profe” subraya en su artículo que en la antigua Grecia los viejos gozaban de respeto y veneración. Habría que señalar también que en las culturas prehispánicas que habitaron este territorio los ancianos eran seres de vasta admiración y reverencia. Pues en aquellos remotos tiempos aún se valoraba la sabiduría, la templanza y la experiencia.

En nuestra era, lo único que se venera es la eficiencia, la gestión empresarial, la comunicación mecanizada, el espíritu innovador, la habilidad técnica, la lógica instrumental puesta al servicio de la eficacia, la pericia administrativa. Todas ellas, prácticas y actividades que es preferible reservar para generaciones jóvenes, competentes física y psicológicamente para la actividad febril.

He aquí la razón de la exclusión y omisión social de nuestros prodigiosos e invaluables viejos.

lunes, 16 de noviembre de 2009

De la mano del TLC

Calderón volvió al ataque. Ahora resulta que la causa de todos nuestros males son los gringos: las medidas proteccionistas en el vecino país el norte han provocado que el Tratado de Libre Comercio no funcione como debiera en los últimos años.

"El TLC a principios de esta década perdió cierto impulso (...). El problema del Tratado de Libre Comercio ha sido la falta de libre comercio verdadero que todavía necesitamos". Así como lo lee, así se lo dijo nuestro señor presidente a los participantes en el Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC) en Singapur.

Según Calderón, Estados Unidos y en particular Obama están enfrentando una restricción política contraria a los principios fundamentales del neoliberalismo, es decir, a la no intervención del Estado en los asuntos de la economía, de los cuáles la omnipresente y todo poderosa mano invisible debe encargarse.

Los principales problemas del TLC son, a decir de Felipillo, “la restricción política en el Congreso estadunidense impulsada por los sindicatos, la cláusula ‘Buy American’ a favor del consumo de productos estadunidenses y la tendencia de Estados Unidos a proteger a sus empresas.”

Y la verdad es que yo ya no entiendo nada. Ahora somos más liberales que los norteamericanos. ¿Será que nos toca a nosotros imponerles un Consenso de Washington y obligarlos a abrir sus mercados y a que dejen de estar rescatando bancos y empresas, vencidas por las inquebrantables leyes de la oferta y la demanda?

¿O será más bien tiempo de empezar a mirar hacia otro lado y olvidarnos por un ratito de las recetas económicas impuestas (democráticamente, claro está) desde el norte de la frontera, mismas que han probado una y otra vez su ineficacia para solucionar los problemas estructurales que afectan a nuestro país y, por el contrario, han resultado ser indiscutiblemente eficientes para generar efectos tequila, vodka y demás alcoholes para poder después socializar pérdidas y privatizar ganancias?

¿Por qué tanto empeño en defender el TLC, si nos tiene al borde del precipicio? No es coincidencia que los países miembros sean los más afectados por la crisis económico-financiera-bursátil. Los Estados Unidos por tratarse del centro de un sistema económico de tendencias canibalísticas. México y Canadá por haber decidido depender en un 80% o más de su comercio con los USA, atándose así la soga al cuello.

Nuestro país esta viviendo una situación de descomposición social cada vez más apremiante. Todas las crisis habidas y por haber (seguridad, alimentación, desempleo, impuestos, etc.) se han hecho presentes, y el año que viene no pinta mejor.

Lo único seguro es que seguir implementando las políticas que durante los últimos veinte años nos han traído hasta este punto, seguir comerciando de la manera en que lo venimos haciendo, pensando sólo en el crecimiento económico (mismo que solo un puñado de iluminados llegan a ver), no nos sacará de crisis alguna.

viernes, 13 de noviembre de 2009

comunicado alumnos UAA

COMUNICADO UNIVERSITARIO
UNION DE ESTUDIANTES AUTONOMOS

Convocamos a toda la Comunidad Universitaria en defensa de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, frente al Proyecto Presupuestal de Egresos de 2010 presentado por el Gobierno del Estado; el cual plantea reducir cerca de $50 millones de pesos al Presupuesto destinado a nuestra Universidad.
Dichas acciones violan la fracción II del artículo 35 de la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, como también el Decreto #13 aprobado el 13 de Diciembre de 2007; lo cual es inaceptable, ya que afectaría a todos los alumnos, trabajadores y personal docente de ésta Universidad.
En este sentido, La Unión de Estudiantes Autónomos plantea lo siguiente:
I. Realizar una campaña de concientización entre toda la Comunidad Universitaria, respecto a la aprobación del Presupuesto y sus consecuencias.
II. Presentar una petición a los miembros de la LX Legislatura, con el objeto de impedir la aprobación de dicho Presupuesto.
III. Actuar conforme a derecho.
IV. Culminar con una movilización de la Comunidad Universitaria, convocada para el Domingo 15 de noviembre a las 9:00 am. Con punto de salida en “Las Letras” (entrada principal de la Universidad), hasta llegar a la Sede Legislativa.

“ASUMIENDO EL PRESENTE, INSTRUYENDONOS PARA EL FUTURO”

NOTA: Esta Unión, no posee ninguna pretensión política y de igual forma no posee ninguna afiliación partidista. El movimiento es exclusivamente por iniciativa de los alumnos de ésta Universidad

México XXI

Como está muy de moda andar escogiendo nada más una fracción de la constitución yo escojo la fracción tercera del artículo 35, que a la letra dice “Asociarse individual y libremente para tomar parte en forma pacífica en los asuntos políticos del país”.

I. Es prerrogativa de mi persona (contraria a la tesis del famoso “ti y tismo”) asociarme indivualmente. Y me asocio conmigo mismo.

II. La libertad -desde el más estricto punto de vista autoritario- está en manos del individuo. Y como ya todos saben que desde hace tiempo la autoridad (algunas autoridades en particular, porque no debo generalizar...) nada más no me quiere, entonces la asociación anterior la respaldo con mi libertad, con lo que cumplo el segundo requisito.

III. Sobre la parte pacífica, quisiera pasarla por entendida. No tengo ninguna intención de asociarme conmigo mismo y un arma de por medio. Prefiero extender el contrato -internalizando los costos que en materia de mercado esto me pudiera generar [a la sazón darme por un ciudadano libre, descrito tal cual en los párrafos del Decreto de Pluvioso del Año II que comerciaban en El siglo de las luces junto a “la cerveza Porter, los espesos jamones de Westfalia, las anguilas y salmonetes ahumados, las anchoas en escabeche de alcaparras y laurel, y la máscula mostaza de Durham”] mirando hacia otro lado- de no a las armas.

IV. Sobre los asuntos políticos del país es una pena que no tenga mayor referencia al último trabajo del ya célebre Moisés Montefiore más que la memoria, pues no tengo a mi alcance una copia fidedigna de sus manuscritos,

V. que yo podría esbozar de la siguiente manera:

a) la producción alimentaria para satisfacer a todos los mexicanos

b) la construcción de una vivienda digna para las familias

c) salud para todos

d) además de educación autogestiva y democrática

y tambié)n un trabajo digno para todos.

Asi es como hago pública mi manifestación de ser uno más de la causa -la lucha- de construir una historia digna, que no esté “a la sombra de”

Un sauce de cristal, un chopo de agua,

un alto surtidor que el viento arquea,

un árbol bien plantado mas danzante,

un caminar de río que se curva,

avanza, retrocede, da un rodeo

y llega siempre

ladignavoz.com

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Heidegger en la controversia del pensar actual

Los pasados martes, 3 y 10 de noviembre, la facultad de Filosofía de la universidad Veracruzana fue testigo de las conferencias y testimonios, de algunos de los más importantes pensadores actuales que han dedicado su obra y reflexión, al pensamiento del filósofo alemán, Martín Heidegger.

Éste genial pensador, autor de una de las obras filosóficas contemporáneas de mayor relevancia, como lo es “Ser y tiempo”, estuvo afiliado al partido NAZI y fue rector de la universidad de Friburgo en Alemania, durante gran parte del régimen Nacional Socialista; así mismo, se le considera un ideólogo de dicho régimen. Por esto lo controversial de su figura y pensamiento.

El martes 3 de noviembre, en el salón azul de Humanidades, se presentaron por la tarde, las conferencias del filósofo español, Julio Quesada y del filósofo francés Emmanuel Faye. En ellas se exponen principalmente las implicaciones políticas del modo de pensar Heideggereano, modo de pensar que tiene que ver con la preservación de la cultura propia, de una particular forma de “estar en el mundo” o de “ser en el mundo” y que se opone a los ideales de universalismo e igualdad del resto de la modernidad europea.

Quesada y Faye, a través de una ardua labor Historiográfica y filosófica, hacen hincapié en la congruencia del pensamiento y la vida del Filósofo Alemán, pues sus inclinaciones de afiliarse al partido NAZI corresponden muy bien con ese afán de preservación de lo propio, pues para la hermenéutica Heideggeriana, el Ser se manifiesta en el mundo teniendo sus principios en el “volk” o pueblo; el hombre, quien guía al Ser, se manifiesta en el mundo, teniendo a su lenguaje materno y a su tradición histórica como arquetipo. El problema del nacionalismo alemán es que consideró el arquetipo de lo “Alemán” como al arquetipo superior”. He aquí el peligro de su pensamiento, pues el puente hacia el racismo es obvio.


La tarde de ayer, martes 10 de noviembre, igualmente en el salón azul de Humanidades y a manera de apología, se presentaron las conferencias del psicoanalista y Filósofo Luis Tamayo y del pensador francés, David pascal.

En sus tesis, también basadas en una gran labor historiográfica, Tamayo y Pascal argumentan que la afiliación de Heidegger con el partido Nazi, fue una afiliación corta e ingenua, así como el periodo en que este pensador fue ideólogo de dicho partido.

Tamayo y Pascal sostienen que la gran riqueza del pensamiento Heideggereano no tiene que ser satanizada por acciones particulares de su vida, “la reflexión de Heidegger acerca de “la verdad”, rompe completamente con el concepto clásico de la lógica aristotélica” dijo Tamayo, de ahí se deriva la gran importancia y relevancia de este pensamiento en el mundo contemporáneo.

Martín Heidegger sigue siendo un pensador controversial a pesar de sus tendencias políticas, quizá aun la filosofía, en un mundo cada vez más globalizado y homogeneizado, pueda extraer algo de él, con el afán de, sin satanizar las individualidades y el Universalismo, darle algún sentido y permanencia también a la comunidad, en tanto que formas distintas de manifestarse cada una según su tradición. Claro está, hay que tener cuidado con las metafísicas fundamentalistas.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Canasta de Cuentos Chinos

Durante todo el siglo XX el monstruo que amenazó con profanar la integridad física y moral de familias y naciones recibió el nombre de “comunismo.” Una vez que sucumbió aquel engendro del mal ante las fuerzas misericordiosas de la democracia y el orden, hubo la necesidad de buscar algún otro demonio al cual imputarle toda la responsabilidad del sufrimiento humano. La guerra del Golfo Pérsico catapultó al estrellato cuasi-cinematográfico a Saddam Hussein y el mundo árabe, y ofreció a las piadosas almas de propios y extraños una nueva cara del anticristo. Ya no era una lucha entre dos bloques políticamente antagónicos. La nueva causa del terror mundial era el choque entre el Radicalismo Islámico y la “Democracia Fraternal”: un auténtico choque de civilizaciones.

Pero como la gente no ocultó su desconfianza en torno a estos postulados escandalosos, hubo que aderezarles con otros cuantos males. Así, el mundo fue testigo de uno inusitado brote de plagas atroces, criaturas malandrinas y trágicos cataclismos: los ovnis, las vacas locas, el chupacabras, los musulmanes, la mafia china, el Apocalipsis, India-Pakistán y las bombas nucleares, la homosexualidad sin closet, hombres y animales clonados, King Kong versión remasterizada; en fin, un universo de amenazas catastróficas y siniestras.

Con el arribo de un nuevo siglo, no obstante, fue necesario actualizar el Leviatán. Así, la industria del terror se dio a la tarea de crear nuevas cepas endemoniadas que amenazaran con exterminar una vez mas la especie humana. Sin embargo, para esta ocasión el verdugo debía ser más genuino y verosímil. Después de que los Dioses caritativos nos eximieran y renovaran el contrato al menos por otro siglo, nuevos frentes malignos comenzaron a horrorizar a hombres y mujeres, ancianos y niños. Entre los principales neo-agentes del mal cabe destacar a los siguientes: Al Qaeda, Osama Bin Laden, Armagedón, los Zetas versión transnacional, Hugo Chavez, un Coreano suelto en la Universidad de Virginia, la crisis hipotecaria, la crisis alimentaria, la crisis financiera, la crisis sanitaria, la gripe aviar, la influenza porcina, la rabia bovina, los terroristas y narco-terroristas, el eje árabe del mal, los tsunamis, el calentamiento global, el Peje en sus múltiples variantes internacionales, la fayuca china, el dengue, la Pakistanización del mundo, el atentado contra la vida desde su concepción (aborto, vaya, para evitar sofismas clericales) etc.…

Debajo de este apócrifo terror, subyacen un par de verdades comprometedoras: 1) 2,800 millones de personas, es decir, cerca de la mitad de la población mundial, viven con menos de 2 dólares al día, lo que implica cientos de miles de perdidas humanas a causa de hambruna y enfermedades curables año tras año; 2) 20% de la población mundial posee el 90% de la riqueza planetaria.

Tres preguntas a modo de conclusión:

Uno. ¿Porque nadie se horroriza con estas desproporciones inhumanas?

Dos. ¿No será que este terror artificial se explica en función de ocultar verdades inconfesables y escudar a los auténticos chupacabras?

Tres. ¿Por qué a pesar de su obviedad, el mundo aún se escandaliza con cuentos chinos?

viernes, 6 de noviembre de 2009

La clave de la política fiscal en México: no escupir al cielo.

El mantenimiento de los privilegios fiscales para las grandes empresas que operan en nuestro país constituye un factor político a considerar en un contexto de polarización social creciente y desempleo rampante. La discusión en el Congreso con respecto al presupuesto federal ha mostrado algunas diferencias entre las elites políticas y económicas, llevando incluso a que Calderón cometa deslices poco frecuentes entre los gobernantes al acusar a las grandes empresas de no pagar sus impuestos. Sobra decir que al otro día reculó y las cosas quedaron igual.

Para nadie es un secreto que la política fiscal del gobierno mexicano está orientada a promover los regímenes especiales con el argumento de que sólo así se puede atraer la inversión y generar empleos y bienestar. Pero que dichas políticas se exhiban y discutan sin tapujos en la prensa nacional, dadas las circunstancias, no parece recomendable para los dueños del dinero y sus representantes en el seno del estado.

Habrá que recordar que uno de los factores que alentó la revolución francesa en 1789 fue la crisis económica por la que atravesaba Francia y el cinismo de los grupos dominantes, lo cual tuvo enorme repercusión entre las clases medias y bajas, quienes entre otras demandas exigían el cobro de impuestos a la nobleza, que gozaba de una exención del pago de impuestos, a diferencia de la mayoría de los franceses.

El que en nuestro país exista un impuesto sobre la renta para profesionistas y trabajadores cercano a un 30% de sus ingresos mientras que las grandes corporaciones paguen sólo el 1.5% nos demuestra que no hemos avanzado mucho en política fiscal desde el siglo XVIII. Seguimos viviendo en un sistema económico que se sostiene gracias a la sistemática intervención del estado para favorecer a los dueños del dinero.

Me parece que esta exposición de los privilegios fiscales que disfrutan unos cuantos abona en el proceso de politización del malestar social que vivimos. Lo hace porque nos muestra la verdadera naturaleza del estado contemporáneo, su visión y su misión, que no es otra que el mantenimiento de las mejores condiciones para la acumulación de riqueza en pocas manos. En este contexto, que un secretario de estado declare que existe riesgo de un estallido social parece un chiste de mal gusto o más bien una estrategia para fomentar el miedo y seguir como si nada. Pero de reformar la política fiscal y establecer un equilibrio duradero en las finanzas públicas nada. Sería como escupir al cielo, diría cualquier político experimentado.